Alfa

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-Liam, cariño, vas a llegar tarde a entrenar...-.

Liam ha dormido sólo unas horas y no tiene muchas ganas de ir a entrenar, pero tampoco es que le apetezca hacer cosas o, en general, vivir por la mañana, así que se obliga a levantar los párpados y murmurar una respuesta a su madre.

-Un momento-, murmura al encontrarse con los ojos asombrados de su madre antes de volver a cerrar los suyos y hundir de nuevo la mejilla en la almohada, acomodándose mejor en el abrazo somnoliento de Theo. No es que las camas no sean ya cómodas por la noche, cuando te metes, pero hay algo mágico que empieza a las primeras horas de la mañana que las hace diez veces más suaves y cálidas cuando tienes que levantarte, por no hablar del calor envolvente de los brazos de Theo que hace aún más molesta la idea de dejarla. Es en previsión de estos momentos de máxima pereza cuando Liam acepta compartir su papel de capitán con Nolan e inmediatamente la idea de fingir estar enfermo y quedarse allí contra el cálido cuerpo de Theo durante unas horas más le parece increíblemente tentadora.

Con los ojos aún cerrados, se concentra en la forma en que la respiración regular de Theo le acaricia la oreja durante varios segundos, entonces recuerda de repente la mirada sorprendida de su madre y las dos cosas conectan por fin, haciéndole sentarse bruscamente.

Su madre sigue allí, en el extremo de la cama, mirándolos con la boca abierta.

Liam también separa los labios, primero en un reflejo involuntario, en el grito de horror silencioso que le pide la vida, y luego en una mueca teatral de sorpresa e indignación.

-¿Qué demonios?- Liam se vuelve dramáticamente hacia la figura aún dormida de Theo, se aparta de él y vuelve a fijar la mirada en su madre. -¿Has visto lo que ha hecho? Se ha metido en mi cama-.

Theo no sabe por qué Liam tiene que gritarle en los oídos a primera hora de la mañana, pero antes de que pueda siquiera abrir los ojos y averiguarlo, siente dos manos contra su pecho y un segundo después su espalda está sobre el frío suelo. A la mierda su vida. A la mierda su vida.

Jenna deja escapar un suspiro resignado, mientras el pobre novio de su hijo se queja en el suelo y Liam sigue con su numerito.

-Liam- lo detiene con firmeza. -Discúlpate con Theo-.

Miles de excusas llenan inmediatamente el aire, pero ninguna de ellas es de las necesarias.

-Liam-, insiste ella inamovible.

Liam se vuelve de mala gana hacia Theo, murmurando entre dientes una disculpa muy poco sincera.

-Ahora prepárate o llegarás tarde. El desayuno está en la mesa- Su voz se suaviza un poco mientras le dedica una sonrisa al chico que sigue en el suelo. -¿Te gustan las tortitas, Theo?-

-Me encantan, señora Geyer, gracias-.

Su madre cierra la puerta tras de sí y Liam abandona penosamente su cama, evitando el cuerpo de Theo que sigue en el suelo. Theo sigue mirándole acusadoramente, aunque apenas tenga los ojos abiertos y la cara llena de marcas de almohada. Seguramente está enfadado por lo de empujarte al suelo, lo cual es ridículo porque esa es la cama de Liam y él tiene derecho a empujar a quien quiera fuera de ella. Theo seguramente no estaría de acuerdo porque, a diferencia de él, no es una persona razonable, así que Liam decide demostrar su madurez agarrándolo, con un brazo por debajo de las rodillas y otro por detrás de la espalda, y colocándolo de nuevo en la cama. El colchón cruje estrepitosamente, porque no es incorrecto decir que Liam lo colocó de nuevo en la cama, pero tampoco es incorrecto decir que Liam lo tiró. Cuando Liam sale del cuarto de baño, diez minutos más tarde, y empieza a ponerse el uniforme de Lacrosse, Theo sigue mirándolo fijamente, exactamente donde lo dejó, aunque sus piernas estén ahora debajo de las mantas.

La Caperucita Roja Y El Lobo Feroz - Thiam [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora