Capítulo 2

1.8K 112 2
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    Dejo la hamburguesa sobre la bandeja, la acompaño de patatas fritas y me apropio de un botellín de agua mineral (porque hay que equilibrar un poquito mi alimentación) y me siento junto a mis amigos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    Dejo la hamburguesa sobre la bandeja, la acompaño de patatas fritas y me apropio de un botellín de agua mineral (porque hay que equilibrar un poquito mi alimentación) y me siento junto a mis amigos. Me fijo en la insípida ensalada de lechuga mustia que se ha pillado mi hermana (como su cactus); Edward, en cambio, porta una manzana y no le ha dado ni un solo mordisco.

   Bella es vegetariana, lo cual resulta irónico cuando tiene al Cullen más cortejado por casi toda la población femenina viéndolo como a un trozo de carne fresca. Y yo no es que comparta ese régimen y doctrina con ella, pero evito a Edward y, en sí, a todos los hermanos Cullen.

   Al principio pensaba que mi repudio por esa pandilla popular idealizada se debía a que me gustaban, a que algo muy dentro de mí deseaba poder formar parte de esa mesa tan alejada del resto de los vulgares mortales. No obstante, la respuesta a mis obnubilaciones llegó más pronto de lo que imaginaba cuando una mañana choqué contra Rosalie Cullen, apartó mi pequeña anatomía con una embestida y farfulló que apestaba. De hecho, obstruía sus fosas nasales con los dedos a modo de pinza, como si realmente yo despidiera un hedor nauseabundo.

   Así que lo comprendí. No los envidiaba, ni tampoco me gustaban. Sentía verdadero recelo acerca de su existencia, porque me resultaban petulantes y altaneros. Además, hay algo en ellos que… no lo sé. No me cuadra.

   Y cuando algo se escapa de mi entendimiento me molesta.

ᅳ¿Ya conociste al cuñado?ᅳpregunta Dylan sentándose junto a mí.

   Dylan Martin, a mi izquierda, es un tipo majísimo. Y además el estudiante más alto de Forks. Ha de medir como dos metros. En ocasiones me incomoda, pues la insistente tortícolis que sufro en el cuello es obra suya. Saco ventaja de su descomunal altura cuando pretendo esconderme de alguien (el director Harold Greene, el entrenador Clapp), y por lo general, siempre funciona.

   Llevo una patata a mi boca y me deleito con el sabor a fritanga que tiene la mayoría de la comida del instituto (obviando la ensalada, que está pasada y agria).

   Debería postularme a cocinera del instituto. Dudo que mis locas invenciones sepan peor que esta hamburguesa precongelada.

ᅳHa venido un par de veces a casa, pero, entre nosotros, creo que le da miedo Charlieᅳrespondo recortando la distancia entre nosotros para que nadie me escuche.

Historia Lobuna | Embry Call → REESCRIBIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora