Prólogo

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Namjoon volvió a soñar con Park Jimin.

Ocurría cada vez que tenía un día estresante en el trabajo, que normalmente siempre provenía de una misma causa: Jimin. El maldito omega siempre debía ser el origen de todos sus problemas, pero también la solución que necesitaba.

En el sueño, Jimin estaba llevando uno de esos jodidos vestidos que siempre usaba cuando aparecía en público, buscando provocar a todo el mundo. Este era un conjunto oscuro, de color café: la blusa blanca, el corsé apretado alrededor de su cintura, y el vestido abierto por delante, apenas cubriendo sus muslos, pero largo por detrás, cayendo en suaves ondas hasta llegar al suelo. Llevaba un pañuelo alrededor de su cuello, ocultando su piel y glándula omega, y unas medias hasta los muslos. Ese jodido conjunto era rematado con esas botas grandes, de tacón, viéndose tan malditamente hermoso, pero inalcanzable.

Aunque, en su imaginación, no era así. En su mente, en ese sueño, Jimin estaba sentado sobre la mesa de su comedor, llevando el vestido y las botas, pero abierto de piernas para él. Santa mierda, la sola imagen de tener al omega así, dispuesto para él, pidiendo por su polla, provocó que su pene realmente se pusiera erecto en la realidad. Namjoon lo agarró de la cintura, gruñendo y desesperado por estar dentro de Jimin, para hacerlo suyo y marcarlo, porque no llevaba el pañuelo y le revelaba su cuello, esa piel que no mostraba a nadie y protegía celosamente de alfas.

Y cuando entró dentro de él... Namjoon despertó, apelmazado y desesperado por un orgasmo.

Maldiciendo su imaginación, el alfa se giró en la cama, sintiendo la camisa blanca pegada a su espalda por el sudor. A ciegas, en la oscuridad del cuarto, agarró un pañuelo que Jimin le dejó tiempo atrás.

¡Para que se masturbe con mi aroma, General Kim!

Casi podía escuchar la risa escandalosa de Jimin mientras se subía al tren en movimiento, el vestido ondeando por el viento, y se despedía de él, lanzándole un beso. Namjoon estuvo a segundos de atraparlo, pero como siempre pasaba, el omega hallaba una forma de escapar.

Enfurecido consigo mismo, Namjoon agarró el pañuelo y lo llevó a su nariz. Casi no quedaba rastro del aroma de Jimin, sin embargo, logró captar un poco de su esencia: caramelo y fresas. Llevando una mano hacia su polla dura, el alfa no tardó en llegar al orgasmo, sintiendo el aroma del omega contra él.

Tan agotado y cansado como estaba, no tardó en quedarse dormido, sintiéndose afortunado de que Jimin no volviera a aparecer en sus sueños.

A la mañana siguiente, Namjoon se envolvió en su uniforme de color negro: los pantalones, la camisa y la chaqueta, que tenía un complejo bordado de un tono dorado

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A la mañana siguiente, Namjoon se envolvió en su uniforme de color negro: los pantalones, la camisa y la chaqueta, que tenía un complejo bordado de un tono dorado. Encima de los hombros, se colgó el abrigo largo, azul marino y de una exquisita tela, y sobre sus cabellos negros, el gorro de General en Jefe del Ejército, el cargo más alto que poseía la Fuerza Militar de Inopia.

Namjoon era el alfa más joven que alguna vez accedió a ese cargo: estaba por cumplir los veintinueve años y asumió como General unos meses atrás, luego de que el último alfa decidiera retirarse. Namjoon siempre se destacó por ser el mejor soldado en entrenamiento, impecable y astuto, y una vez se graduó, optó enseguida como Coronel. Se desempeñó un año allí, sin tardar en llamar la atención de sus superiores, que consideraban que el Ejército necesitaba un cambio fresco ante los hechos que estaban aconteciendo en el reino. Namjoon aceptó el cargo y la principal misión, sin pensarlo cuando le ofrecieron un premio que ni todo el dinero del mundo podía comprar.

Salió de su hogar, subiéndose al hermoso carruaje negro que ya le esperaba. Dentro, estaba Seokjin con unos papeles. Kim Seokjin era su mano derecha, otro alfa de su misma edad y la única persona a la que le podría confiar su vida.

―¿Alguna novedad? ―preguntó Namjoon, sentándose frente a su amigo, y el carruaje empezó a andar hacia la Sede Central de Ejército.

―¿Del país? No ―Jin enarcó una ceja―. ¿De mi vida personal? Sí. Me han asignado a un omega.

Namjoon le miró con interés.

―Ya era hora ―dijo Namjoon―, ¿cuándo debería llegarte?

―Dentro de unos días ―Jin movió su mano con un poco de aburrimiento―. Mientras sea bonito y callado, todo bien para mí.

―Qué aburrido ―suspiró Namjoon, algo desdeñoso.

Seokjin hizo un ruido de burla, apuntándolo.

―No soy de gustos exóticos, amigo, no como tú ―bufó.

Namjoon rodó los ojos, pero decidió no contestar. A veces, Seokjin parecía escupir veneno a través de sus palabras.

Llegaron quince minutos después, bajándose del carruaje con su amigo detrás. Cruzaron la reja que rodeaba la Sede, caminando en dirección al edificio e ignorando los saludos que los soldados inferiores les hacían. Namjoon no tenía tiempo para detenerse y agradecer los respetos que le daban, porque sabía que era obligación de ellos hacerlo.

En el pasillo, arrodillada, estaba limpiando una vieja omega de forma mecánica. Su mano, agarrando un paño mojado, se movía en círculos automáticos.

Ni Seokjin ni Namjoon la tomaron en cuenta.

Namjoon fue directo a su oficina, pero antes de abrir la puerta, supo enseguida que algo iba mal. Olía a...

Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta de golpe, sacando la pistola que siempre llevaba. Pero en el interior no había nada ni nadie.

No, mentira. Si vio algo.

Sobre la mesa, doblado de forma elegante, estaba otro pañuelo. Este era blanco, con un bordado de rosas muy detallado y bonito. Al lado del pañuelo, inundado en aroma de caramelo y fresas, había una nota escrita con esa hermosa letra que ya reconocía.

Lo único mío que llegará a ser tuyo, General, es este pañuelo.

Besos, Jimin.

Enfurecido, Namjoon arrugó el pañuelo en su mano, y levantó la vista, viendo el sonriente rostro de Jimin pegado en la pared. Debajo de la foto, se leían unas palabras.

‹‹Se busca. Omega defectuoso››.

© Hobibuba gracias por permitirme realizar la adaptación 💗

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inopia; namminWhere stories live. Discover now