Falsa alarma II

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[Departamento, Alba]...

La española sintió que tocaron el timbre varias veces. Cuando abrió la puerta era su amiga, la pelirroja.

—¡Amigaaa! ¿Qué te trae por aquí?
—preguntó sorprendida—

—Alba, espero no haber llegado en un mal momento.

—Claro que no. —Marcia entró—. Es que me parece un poco raro verte aquí sin que me hayas avisado.

—Créeme que yo tampoco tenía planes de venirte a ver hoy, sobre todo porque sé que en la noche llega tu galán y supongo que estás bastante ocupada... —expresó un tanto nerviosa—.

—Amiga, ¿Te noto como inquieta, nerviosa? ¿Te pasó algo?

—¡Ay, Alba! —exclamó sentándose en un mueble—. Tuve que salirme de mi departamento porque me voy a volver loca...

La española se impresionó de verla así y se rápidamente se sentó a su lado preocupada.

—Tía, —le acarició el cabello—. ¿Qué tienes? ¿Por qué dices que te vas a enloquecer?
—preguntó alarmada—.

—Desde ayer que nos vimos no me he sentido muy bien, tengo mareos constantes, náuseas y mucho cansancio. Fisicamente estoy fatal, y tengo miedo, tengo mucho miedo a estar embarazada.
—dijo con la voz quebrantada y completamente desesperada—.

—Pero si ayer afirmaste que era la disautonomía... ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—No sé, no lo sé. —mencionó intranquila—. Yo creo que es la disautonomía pero, desde que me hiciste esa broma no he podido sacarme esa idea de la cabeza que me atormenta cada vez más y más, como no tienes idea. Desde ayer no tengo paz...
—mientras Marcia se desahogaba Alba notaba cómo las manos de su amiga temblaban—.

—¡Tía, tranquilízate, por favor! Estás demasiado nerviosa, mira nada más cómo tiemblas... A ver, sólo fue una broma, la verdad es que si hubiera sabido que te pondría tan mal te prometo que no lo hubiera dicho... ¡Perdóname! —le agarró la mano como sinónimo de apoyo—.

—No te sientas mal, Alba. Yo sé que no lo dijiste por querer hacerme sentir mal.

—¿Consideras que la posibilidad de estar esperando un hijo es alta o baja?

—Realmente creo y quiero seguir creyendo que es baja. Quizás nunca te lo conté pero, desde que me casé con Iñaki me he aplicado una inyección anticonceptiva que me infertiliza durante un periodo de seis meses y siempre he sido muy precavida con eso. De hecho, la última vez que me la apliqué fue hace tres meses. Sin embargo, hay cosas que me asustan y me pensar lo peor.

—¿Como por ejemplo? —preguntó la española expectante—

—Mis senos, hoy que me vi al espejo me di cuenta que están más grandes y más sensibles. Enseguida me hizo recordar a mi primer embarazo, fue uno de mis primeros síntomas y... y... también tengo un pequeño retraso.

—¿¡Un retraso!? ¿De cuánto tiempo?

—Cuatro días. Aunque a veces suelo ser irregular y quizás lo de mis senos es un síntoma de mi ciclo pre-menstrual. ¡Esto es psicologíco! Estoy segura... ¡Tiene que ser psicológico! —afirmó tratando de autoconvencerse—.

—¿Ves? Lo más probable que es tengas razón, pero cálmate, por favor. Trata de relajarte, quizás la ansiedad y los nervios te están jugando una mala pasada y por eso estás viendo síntomas que en realidad no lo son. Ahora, sin embargo, pienso que lo mejor es que te hagas una prueba.

—¿¡Una prueba!? ¿Qué tal que salga positiva? —se levantó del mueble ansiosa—.

—Pues, sí, tía, debes enfrentar la situación. ¡Mírate! —la señaló—. No puedes estar de esa forma todo el tiempo, estresada y asustada. Además, ¿Dónde está la valiente Marcia Cisneros que yo conozco?

Mi vicio y mi condenaWhere stories live. Discover now