[Capítulo 7]

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Elián

Estoy completamente desesperado con este mocoso. No tenía idea de que así son los niños hoy en día.

— Entonces, una pregunta más pequeño, Oli — sonrió ampliamente — Dime ¿Paulette se operó la nariz?

— Uhhh — el hace un gesto pensativo y me mira con una sonrisa malvada — Todo tiene un precio...

Ruedo los ojos y vuelvo a sacar la cartera. Le doy un par de billetes y el parece satisfecho.

— Si, se operó la nariz a los quince — responde — Pero no le digas que te dije.

Lo sabía, su nariz luce diferente.

— ¿Y que hay de sus tetas?

Oli me mira como si hubiera sacado la lotería.

— Eso es algo muy fuerte, necesito algo a cambio.

— De acuerdo — vuelvo a sacar la billetera pero el niega con la cabeza — ¿Que? ¿No quieres el dinero?

— No, quiero algo mucho más valioso que el dinero.

— ¿Más valioso que el dinero? — Repito sin comprender — ¿Que cosa?

— El amor — suelta un suspiro exagerado — No hay nada como el amor.

— Lo siento — me llevo una mano al corazón — Pero eres menor y yo no soy gay.

— No quiero tu amor, idiota — hace una mueca de asco — Quiero el amor de tu hermana.

— ¿De Mia? Ni lo sueñes.

— Me gusta desde que tengo memoria — Oli sonríe como bobo — Te pido que me consigas una cita con ella.

— Tienes siete años y primero termina el kinder.     

— Ya termine el kinder — alega — Y tengo nueve.

— Entonces te voy a demandar por abuso a menores.

El me mira sin entender nada de lo que digo.

— Entonces no te diré si las tetas de Pau son naturales o no.

Mierda, no puedo quedarme con esa duda.

— De acuerdo, responde primero mi pregunta y te consigo una cita con mi hermana.

— Bien ¿Cuál era la pregunta?

Ruedo los ojos.

— ¿Paulette se operó las tetas?

— No.

— ¿En serio tanta bobada para eso?

El se encoge de hombros sonriendo, tiene la misma sonrisa que tiene Paulette. Una sonrisa diabólica, me da miedo lo mucho que se parecen.

— Espero la respuesta de tu hermana — me da unas cuantas palmaditas en la pierna ya que no alcanza mi espalda — Fue un placer hacer negocios contigo Jones.

Y dicho eso se fue de la cocina dejándome solo.

Estoy apunto de cruzar la puerta cuando escucho varias voces provenientes de la sala. Sin pensarlo dos veces me escondo en un mini closet que se nota que nunca lo limpian.

— ¿Quieres refresco? — Resuena la voz de Paulette.

Abro un poco la puerta para poder apreciar mejor. Veo como Paulette abre la nevera.

— No estaría mal.

Esa voz. Augusto

Miro incrédulo la situación, Paulette está sirviendo refresco a Agus y el sonriéndole coquetamente sin disimular un carajo.

Una Apuesta PerdidaWhere stories live. Discover now