16.

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— Los años pasaron, cinco años, Alicia acababa de recibirse de la academia, iba a festejar con Raquel en París, la muchacha se había hecho su mejor amiga.
Alicia siempre le habló de todo, de su familia biológica, de lo que le hacían antes, pero no nombró a Andrés, ni a Sergio o a Paula.
La pelirroja al principio le costó hacerse amiga de Raquel, la muchacha era una rebelde pero realmente era una buena amiga, primero fueron solo compañeras de cuarto...Alicia tenía una seria obsesión por el orden y luego estaba Raquel quien tenía distintos pares de medias en cualquier parte del lugar. Fue muy diferente esa convivencia, a veces las personalidades chocaban pero con el tiempo fue la primer persona a la que llamó "mejor amiga", sorprendentemente (para ella) tuvo más amigas pero Raquel realmente era a alguien a quien le confiaba muchas cosas y sobretodo, era alguien con quien conectaba muy bien.
No nombró a su familia postiza hasta esa noche en la que recibió una caja, de la nada, a las ocho de la noche alguien tocó el timbre y cuando ella abrió la puerta la conversación inició en francés. —

¿Alice Sierra?

Ella misma, ¿Qué sucede?

Esto es para usted, firme aquí por favor.

— Alicia firmó los papeles, el muchacho se fue y ella caminó con el paquete en manos hasta el sillón, al abrirlo se quedó petrificada, era un peluche de un gato anaranjado, de ojos grandes y azules brillantes, el pelaje tenía destellos dorados y en el collar del gato venía una nota. —

"Mi querida Rojita, me llegó la información de que te graduaste como Inspectora en la Academia, graduada número uno, joder. Estoy tan orgulloso de ti, si estuviera contigo aún ya te hubiera llevado a una de nuestras cenas románticas y luego hubiéramos hecho el amor para coronar. No me atrevo a verte aún, se que pasaron muchos años, pero no estoy listo, tú tampoco, no se si ya estas en pareja con alguien, pero si es así, espero que esa persona te haga muy feliz. No deje de amarte, ni de pensarte, he llegado a rogar por las noches que salgas de mi cabeza, levantarme en la madrugada todo sudado luego de haber tenido una pesadilla de que te pasaba algo, o despertar a la mañana siguiente con una sonrisa por tener un sueño bonito contigo. Incluso llegué a soñar que teníamos a Aitana.
Encontré este peluche que me hizo pensar en Comisario, tus fotos aún están en las paredes de la casa de mi madre, te extraña mucho. Sergio también, haces falta, pero los tres estamos muy felices por ti Alicia. No nos busques, pero te escribo esto para que sepas que no te he olvidado.
Te amo Alicia Sierra, nos volveremos a encontrar, pero no ahora.

— Siempre tuyo, Andrés de fonollosa"

La carta le cayó como un baldazo de agua fría, el peluche incluso tenía su aroma, no pudo evitar llorar, al menos no se había maquillado todavía. ¿Cómo carajos Andrés recordaba que esa era la dirección de su departamento en París? Cabrón.
Lo amaba tanto, en todos esos años, a Alicia le coqueteaban, trataban de tener algo con ella, pero los rechazaba o podía llegar a darles un beso, nada más, Andrés le había dolido muchísimo; los primeros años si ella ya de por si era delgada, adelgazo mucho más de la tristeza, olvidaba de comer y se quedaba estudiando a más no poder, si Raquel no empezaba a controlar que ella coma, probablemente la pelirroja ya en ese momento hubiera estado desnutrida de lo mal que estaba. —

— Guardo la nota junto a el peluche, se hizo un maquillaje sencillo y llamó a Raquel para que la mujer vaya al lugar cuando quiera y en menos de quince minutos ya estaban ambas dándole a la botella.
Aunque Raquel si se estaba controlando y Alicia bebía como nunca, quería olvidar todo, quería olvidarse de esa nota, del peluche y de su jodida historia de amor. —

¿Alicia te sientes bien? — Preguntó la contraria viendo a la pelirroja tomando trago tras trago como si fuera agua. —

De maravilla. — Alicia bebió dos vasos más, ya casi que no podía con ella, pero empezó a recordar a Andrés, su risa, su mimo, todo, para evitar llorar se acercó a Raquel y le dio un beso, pero ese beso no era como los que Alicia daba que tenían sabor a la paleta de azúcar con gusto artificial de cereza, tenía gusto a alcohol, era un besó vacío, sin sentimiento, con el único objetivo de olvidar a su amado. —

𝖢𝖨𝖭𝖢𝖮 𝖡𝖮𝖣𝖠𝖲 𝖸 𝖴𝖭 𝖠𝖬𝖮𝖱 | 𝗕𝗲𝗿𝗹𝗶𝗰𝗶𝗮Where stories live. Discover now