SOLSTICIO DE INVIERNO IV

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Los nervios atacaron todo mi cuerpo, no sabía qué hacer. El autobús había reanudado su marcha al tornarse el semáforo en verde, al igual que el del carril contrario. Quería correr detrás del coche de Jeremy, pero aún quedaban un par de minutos para la siguiente parada. De todos modos, no iba a servir para nada; no corría tan rápido. Para más índole, tenía que entregar un trabajo y era imprescindible hacerlo si no quería suspender la materia. Para una vez que de verdad necesitaba mi coche, no lo tenía.

Cuando entregué el trabajo, cogí de nuevo el bus. Esa vez la línea que paraba lo más cerca posible de la casa de los O'Neill; me dejaba a un par de calles más abajo de esta. Una vez me bajé del transporte, eché a correr tan rápido como pude. Las personas que encontraba por el camino me miraban de lo más raro, como si estuviese huyendo de algo o alguien. Llegué al porche de la casa de Jeremy y, tras recuperar un poco la respiración, toqué un par de veces seguidas al timbre. Nadie contestó. Pegué con ansias a la puerta, pero nada. Suspiré y miré mi móvil para ver la hora que era; habían pasado casi dos horas desde que había salido de la universidad.

—Mierda, el entrenamiento —dije en voz baja, guardando el móvil de nuevo en el bolsillo de mi pantalón—. Tal vez lleve o recoja a Cody. Aunque sea Abbie quien lo haga, podré preguntarle... —pensé en voz alta. Rodé los ojos al recordar que tenía que volver a coger el transporte público y puse rumbo hasta el pabellón del equipo.

Aquella tarde, Cody no fue a entrenar. Maldije mil veces a la nada para mi interior. Apenas pude concentrarme con los niños, hasta el entrenador Buster me preguntó si me encontraba bien. Cuando terminamos, tuve que llevar a Will a casa, como siempre, sólo que esa vez tuvimos que ir en metro. Mi primo estaba encantado porque nunca solía ir en él, pero yo, lejos de compartir su entusiasmo, me perdí en mi mundo.

—¿Ben? —escuché decir a mi primo.

—¿Eh? —le miré—. Dime.

—Te estaba hablando —gruñó.

—Lo siento, colega —le mostré una sonrisa fingida.

—¿Qué te pasa? —preguntó extrañado.

—Nada, nada. No te preocupes —puse una mano en su cabeza—. Tengo que estudiar mucho en la universidad y me quema el cerebro —carcajeé para que dejara de preocuparse.

—Ah —rio—. Por eso yo me convertiré en un jugador profesional —vaciló con orgullo. Yo reí.

—Eso es, haré todo lo posible para que lo seas —le guiñé un ojo, a lo que él me miró ilusionado.

Dejé a Will en su casa y, tras hablar media hora con Fred sobre el problema de mi coche, mi tía llegó de trabajar y me ofreció llevarme de vuelta. Una vez me duché, me metí en mi habitación. Me senté en la cama, secándome el pelo con una toalla y sin dejar de pensar en la imagen de Jeremy en su coche. Miré mi móvil y se me ocurrió llamar a Abbie con la excusa de por qué Cody no había asistido al entrenamiento. Era verdad que quería saberlo, pero también servía de excusa para averiguar si su hijo mayor estaba de vuelta. Marqué su número y, tras tres toques, respondió.

—¿Hola?

—Hola, Abbie. Soy Ben.

—¿Ben? Espera, no te oigo bien —se escuchaba ruido de fondo—. Ahora, dime.

—Sólo quería saber si Cody está bien, como no ha venido hoy...

Ah, sí. Iba a enviarte un mensaje, pero con las prisas del trabajo se me olvidó. Hemos salido a comer hoy, no te preocupes.

—Vale, vale.

Bueno, cariño, tengo que dejarte. Gracias por preocuparte.

—Sí, dile que nos vemos el miércoles. Adiós —colgué.

SEASONS; Un Amor A Través De Las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora