Trece

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—La verdad me sorprende que mi hijo haya podido encontrar una pareja con su personalidad —Habló Cisca tomando un sorbo de su delicioso té, ahora todos estaban en casa del alfa pasando la tarde.

Lando gruñía, odiaba las visitas de su madre, es decir, no era que la odiara, pero siempre llegaba sin avisar y de paso disfrutaba avergonzándolo al máximo cuando estaba con alguien.

Oscar sintió que se le llenaba el pecho de calidez, estaban poniendo en sus manos la felicidad de sus hijos, confiaban en él y lo hacían sentir importante, muchísimo.

La pequeña Lily se acercó a él sacándole la ropa, tenía un osito de peluche amarillo en brazos, quería mostrárselo al mayor.

—¡Mamá-mamá, mamá! —Tanto Oscar como Lando quedaron atónitos, la pareja adulta lo notó y quedaron expectantes de sus reacciones.

—¿Mamá? ¡Vaya, me dijo mamá! —El castaño fue el primero en romper el silencio, tomó al bebé en sus brazos y comenzó a repartir besos en sus mejillas, lloraba fuertemente mientras lo hacía—. ¡Mama me dijo!

—¡Mamá! —Lily seguía repitiendo.

La palabra, le gustaban todos esos cariños que le daba el joven al decirla.

Cisca había sacado su celular para grabar el momento, no quería olvidar por nada del mundo la cara de ensueño que había puesto su hijo, sería un lindo recuerdo para revivirlo en el futuro.

—Ma, entonces pasame el video —Preguntó Lando a su madre, bebió de un solo trago su té que se había calentado, ya que no lo había tocado desde que lo hizo.

Adam solo estaba mirando, estaba feliz y orgulloso, ya no tendría que dormir preocupado pensando en cómo estaría su hijo cuidando solo a su nieta, había encontrado un buen omega que lo ayudaría a salir adelante.

Los adultos se quedaron en la habitación de invitados, ya era demasiado tarde para regresar solos y vivían en la otra ciudad, por lo que era más seguro para ellos pasar la noche allí.

Vivían en la otra ciudad, por lo que era más seguro para ellos pasar la noche allí.

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Oscar se movía en la cama de Lando, estaba nervioso y avergonzado, es decir, ¡los papás pelinegros estaban al otro lado de la pared! Seguro que se imaginan cosas de él cuando lo ven durmiendo en el cuarto y la cama de su hijo.

—¿Por qué esa cara? —Preguntó el pelinegro terminando de acomodar a la pequeña Lily en su cuna, Lando caminó hacia la cama y se acostaron uno al lado del otro.

—Lando tus padres están al otro lado del pasillo, seguro que pensarán, lo creerán... ¡No te burles de mí! —Oscar se tapó la cara, muy rojo y avergonzado, que Lando se riera de él no le hacía sentir mejor.

—Que piensen lo que les cantan, al fin y al cabo somos pareja y eso es normal —Se acercó al omega, pasando sus brazos por su cintura, aferrándose a su cuerpo y dejando besos en su cuello.

—Lando, dios mío, solo soy un virgen de casi veintitrés años, no me molestes —Oscar se abrigó, acomodándose mejor para dormir, ignorando que Lando se había quedado atónito.

—Espera, ¿me estás diciendo que eres virgen? —Oscar abrió los ojos, aparte del sonrojo que había cubierto su rostro, estaba seguro que era un pequeño fuego en la oscuridad, sintió como el aroma del alfa de repente volvió más fuerte.

—Oh no.

No quería perder mi virginidad ahora y mucho menos esa noche.

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