capitulo 2

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La Oscuridad de la noche era opacada por las luces de los coches, las sirenas de policía se escuchaban como un subido opacado por el viento, como el juego del gato y el ratón, las patrullas buscaban acorralar al Mitsubishi, un gran error, pues Sergio conocía las calles incluso más que la palma de su mano, se movía como todo un Profesional por las desoladas calles.

Luego de unos minutos, en un callejón oscuro, solo lleno con el ruido de la ciudad y olor a basura, los cuatro pudieron respirar más tranquilos.

Las sirenas de la policía ya no eran audibles. Checo predio nuevamente el auto, saliendo del callejón y tomando nuevamente rumbo a las calles. El viaje estaba siendo extremadamente incómodo, Max y Lance no tenían ninguna intención de querer establecer plática y, por primera vez, ambos mexicanos no sabían cómo empezar una.

Max estaba debatiéndose a sí mismo si estrangularía a George por meterlo en esta situación o tirarse de una vez del auto y terminar con el insufrible sentimiento de la incomodidad, mira a su hermano con recelo, el Omega estaba metido en su celular y él, él no supo en qué momento George se lo había quitado y ahora solo podía ver por la ventana del auto.

Así que aún no podía morir, primero estrangularía a George, luego destruiría el celular y tal vez ahí, sí, se tiraría de un puente. No había nada malo en el dispositivo, pero de igual manera no lo dejaría.

Lance, por su parte, hablaba con Esteban, ignorando la mirada que uno de los mexicanos le regalaba por el retrovisor.

—Y bueno, ¿dónde viven? —la voz de checo se hizo presente —ya saben, para dejarlos, no es seguro que estén solo caminando por esta zona tan de noche.

Ambos hermanos se observaron, ninguno deseaba comentarle a los alfa la zona donde vivían.

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A diferencia de lo que Max pensaba, George no estaba en las mejores circunstancias. Cuando tiró a sus amigos al auto de checo, no pensó ni por un minuto qué haría él luego.

Las multitudes, corriendo de un lado al otro, buscando no ser capturados por los oficiales, lo obligaban a correr y, muy encontrá de su gusto, mick se encontraba junto a él.

Sus manos entrelazadas eran fuertemente unidas, sus apresurados pasos buscando un lugar donde ocultarse. Al encontrar un lugar dentro de un par de matorrales, ninguno rechazó meterse allí.

George, aun con la adrenalina y sus instintos alerta, deseaba no separar sus manos sobre las suaves pálidas del Omega, deseaba protegerlo; sus instintos se lo exigían.

Las fuertes luces de un vehículo los alertaron. George tomó a mick, buscando protegerlo.

La respiración de ambos pudo tranquilizarse al reconocer a Lewis.

—Hasta que al fin los encuentro —mick soltó su mano —, es mejor que nos larguemos antes que la policía llegue a esta parte.

Mick solo asintió, caminando hacia el auto. En su caso, Lewis lo había arrastrado al vehículo con desagrado, tuvo que aguantar cómo la pareja de enamorados se llamaba de forma melosa y toqueteaba —más por parte de Lewis— con amor.

Era detestable, pero aun así aguantó todo el viaje, no quería caminar y mucho menos arriesgarse a ser arrestado.

Lewis se detuvo una calle antes, se podría decir que él no era del todo bien recibido en aquel lugar. Tal vez el culpable era su color de piel, el hecho de que los vecinos pensaran que era un malandro o que el padre de mick lo detestara.

Luego de bajar del vehículo y de una mini sesión de besos, al fin ambos pudieron caminar tranquilamente. George caminaba unos pasos adelante que mick y, aunque el Omega quisiera acercársele para establecer plática, sabía que el alfa no le seguiría y muy seguramente lo ignoraría.

Nunca entendería por qué no era del agrado de George, cuando antes de las carreras eran amigos.

Al llegar a los condominios, mick se despidió secamente del alfa, corriendo hacia su hogar. George solo lo vio alejarse asegurándose de que el chico llegará bien, aun viviendo a solo un par de casas, no le costaba nada.

Al ver cómo el rubio entraba a su hogar, caminó a su propio hogar, entrando y, como era costumbre, no encontrando a nadie.

Al cerrar la puerta, miró la mano que antes tenía entrelazada, la de mick, aún podía sentir el leve y suave tacto en ella.

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Max pudo respirar más tranquilo al notar que pronto llegarían, solo una calle más y podría escabullirse para entrar a su humilde hogar. 

Lance, por su parte, miraba con pánico su celular, subiendo la mirada hacia la calle y a tan solo unos metros su amado francés se encontraba tal y como le avisó en el texto. Casi le rompió la cabeza a su hermano cuando lo tomó desprevenido y lo obligó a ocultarse.

No solo asustando al Rubio sino también a ambos alfas.

—Lance, qué te pasa —pregunta, aun siendo retenido por el menor.

—Esteban, me acaba de avisar que me está esperando en esta calle —su voz sonaba asustada, susurrando en un intento fallido, pues aun así era escuchado por checo y pato—. Como le dije que no podría salir con él al restaurante, vino hasta aquí para verme.

—Qué romántico, tu amiguito —habló pato en burla mientras miraba cómo la pequeña silueta del chico se volvía más visible—. Aunque, ¿no crees que es de mal gusto dejarlo plantado de esa manera?

—Tú cállate —responde, para luego volver a dirigirse así Max —Él no sabe que estoy contigo.

—¿No le contesté?

—Querido maxie, si no lo recuerdas, me amenazaste a ir a ese horrible lugar —Ignoro los aromas enojados de ambos mexicanos —Así que no, no le conté.

—Al menos no fue hasta la casa, aunque con el miedo que le tiene a papá Chris dudo que quisiera pisar siquiera la calle.

Lance rodó los ojos, sintiéndose mejor al escuchar a Patricio decirle con burla que ya no se encontraba en "peligro".

Al llegar a la calle llena de casas lujosas, Max abre la puerta sacando a lance de un solo empujón. Ya no soportaba estar hay ahí adentro, soportando la presencia y aroma de ambos alfas.

—Ni un besito de agradecimiento —dijo checo coqueto, sonriendo al notar cómo el rostro de Max se tornaba rojizo del enojo.

—Qué te lo dé tu mamá —fue lo único que respondió, para luego desaparecer junto a lance en la oscura calle —Idiota —susurró.

Checo rio, arrancando el auto y al fin para gusto de Max, alejándose de ellos. Luego de caminar un poco, lograron ubicar su hogar.

Las luces apagadas eran más un símbolo de susto para ambos, decidiendo entrar por la puerta trasera, la cual, por suerte, se encontraba abierta. Con sigilo caminaron hasta las escaleras y con una película una de las luces de la sala se esendio dejando a la vista a Christian Wolff Horner.

—Papá. —ambos hablaron sin emoción.

—hasta que se les apetece llegar.
















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Holaaaaa
Una eternidad para actualizar, perdón.
Espero y les guste.

¿Dudas?
¿Deseos?
¿Sexo?

¿Dudas?¿Deseos?¿Sexo?

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Stupid Cute Racing Boy Where stories live. Discover now