❝⸻¿Qué... qué diablos era... esa cosa? ⸻logró articular Felix, no sin dificultad. Le costaba respirar y los párpados le pesaban.
El chico rió, sin darse la vuelta.
⸻«Diablos» ⸻repitió, como si la palabra le resultara curiosa. El aparato que llevaba...
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La escalera de emergencias daba a un angosto callejón mal iluminado por los faroles de la calle; salvo por un par de cestos de basura, estaba vacío. En el suelo había viejas colillas de cigarrillo y un pedazo mohoso de pan rodeado de insectos. En las paredes, se podían distinguir algunas pintadas hechas con aerosol, dibujos y frases tontas, como «J estuvo aquí» y cosas por el estilo. Felix estaba a punto de salir de allí, cuando oyó un golpe estrepitoso proveniente de la parte más oscura del callejón. Sobresaltado, se dio la vuelta, con las manos listas para... ¿Atacar? Felix esperaba no tener que hacerlo, nunca había peleado en su vida y estaba seguro de que si debía hacerlo, acabaría perdiendo.
Por unos segundos, todo se mantuvo en silencio, el mundo parecía haberse detenido mientras él aguardaba en posición de alerta. Felix recodó las cosas que había dicho su abuela Sung-hee: un mundo peligroso, con demonios y otros monstruos. ¿Sería posible...?
Una criatura de pelaje negro y orejas puntiagudas salió de las sombras, acercándose a él. Parecía...
Un gato.
Felix suspiró de alivio, bajando los brazos. Era solo un gatito común y corriente, inofensivo.
«También estoy comenzando a enloquecer» pensó.
El gato maulló en dirección a él y procedió a frotarse contra sus tobillos.
——Me diste un gran susto ——murmuró, agachándose para acariciarle la cabeza. El animal ronroneó complacido——. Sí, en definitiva eres un temible monstruo...
Felix siguió haciéndole mimos al felino hasta que este se cansó y comenzó a dar vueltas por el callejón. A Felix le dio la sensación de que estaba aburrido. Entonces, el gato inclinó la cabeza, mirando un punto fijo, y se fue corriendo. Seguramente había encontrado alguna rata que perseguir. Si era así, Felix no estaba interesado en acariciarla, así que se alejó en dirección a la calle.
Estaba vacía, lo cual no era raro para un martes pasada la media noche, pero a Felix lo ponía un poco nervioso. Tal vez era culpa de la espantosa conversación que había tenido con su abuela, pero se estaba poniendo algo paranoico. No podía ver a nadie, pero tenía la sensación de que no estaba solo... Le pareció ver a alguien saltando de un techo otro, con la misma destreza que un acróbata, pero parpadeó un segundo y la figura había desaparecido.
«Ya basta, Felix» se dijo. No existía la magia, la abuela Sung-hee probablemente tenía inicios de demencia o algo así. Aunque su padre hablaba de las mismas incoherencias... «Histeria colectiva, de eso se trata. Han perdido la cabeza por lo que le pasó a mamá».
