Capítulo dos.

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Black daba su primera clase donde sus alumnos afrontaban varios problemas. Notó que la mayoría solíaperder el control en las clases de Pociones. Un alumno en especial, Ron Weasley, su poción, que tenía que ser de un verde amarillo brillante, se había convertido en…

—Naranja, Weasley —Dijo fríamente Black dejando helado a Ron, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo—.¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más
que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Weasley?, no recuerdo laguna otro Weasley tan malo en pociones como tú — Eso último dicho, confundió a Ron, ¿Conocia a otros Weasley?.

Ron estaba colorado, era como si su cabello se mezclara con su cara.

—Profesora —dijo Hermione—, puedo ayudar a Ron a arreglarlo…

—No recuerdo haberle pedido eso señorita Granger —dijo Black fríamente, y Hermione se puso tan colorada como Ron, no por vergüenza, algo había pasado en ella—. Weasley, al final de esta clase le daremos unas gotas de esta poción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a hacer las cosas
correctamente.

Black se alejó, dejando a Ron algo tranquilo.

Black caminó por todo el salón revisando el trabajo de cada uno, hasta que llegó a Draco Malfoy.

Las cejas de Black se fruncieron al leer el pergamino de el.

—¿Así que piensa en mi en vez de hacer el trabajo correctamente?— La mirada de todos se dirigió a Draco quien lleno de vergüenza bajo la mirada.

Harry pensaba imposible algún momento ver a Malfoy en esa situación sin protestar.

Black tenía una sonrisa burlona en su rostro, al parecer dejar en ridículo a las personas a las que le atraía era lo que le gustaba, caminó a su escritorio donde al tomar asiento empezó a escribir en un pergamino. Todos siguieron intentado hacer correctamente el trabajo asignado por Black.

Una mirada inesperada estaba siendo presente, Harry Potter parecía estar hipnotizado hasta que una voz lo saco de ahí.

—¿Pensando en atrapar a Black, Potter?

—Exactamente —dijo Harry.

Los finos labios de Malfoy se curvaron en una mueca de desagrado.

—Desde luego, yo siempre iré un paso adelante.

—¿De qué hablas, Malfoy? —dijo Harry con brusquedad.

—¿No sabes, Potter…? —musitó Malfoy, casi cerrando sus ojos claros.

—¿Qué he de saber?

—¡Guarden silencio!— Exclamó Black asustando a todos. — Creo, parece que nadie sabe trabajar en silencio y por ello, como castigó, harán un trabajo en equipo para pasado mañana, me lo entregan en pergamino, al final de la clase asignare su pareja— Volvió a tomar asiento mientras todos murmuraba molestos.

Al final de la clase todos tenían su pareja asignada y Ron su sapo arreglado.

(......)

Una carta atorada en la puerta de su oficina llamó la atención de Black, la tomó y entro a su oficina. Sentada en su escritorio la abrió leyendo.

Hola, quisiera saber si podria cambiar de pareja para el trabajo.

Granger.


Suspiró pensando en que habrían más formas de decirlo que dejando una carta atorada en su puerta, se levantó y salió de su oficina  con dirección a la sala común de Gryffindor dónde espero a encontrar ahí a la dueña del mensaje.

Minutos después una Hermione con libros en sus brazos apareció frente a Black quien inmediatamente extendió su mano con la carta en ella.

Hermione Granger miró la carta en su mano y la reconoció.

—¿Quién le dijo en qué parte estaba mi oficina?— Hermione tomó la carta como pudo y sin mirarla respondió.

— Dumbledore, se lo pedí porque no la encontraba — Black la miró sería.

— Lo dudo — suspiró — Puede cambiar de pareja con quién quiera hacerlo y le pido no vuelva a escribirme — Se dió la vuelta dejando a Hermione con el corazón en la boca de los nervios.

Hermione vió ir a la profesora, entró a la sala común directo a su habitación donde dejó sus libros en la cama y aún nerviosa se pregunto, ¿Había algo sospechoso en la profesora?. Por un momento pensó que no había nada en ella y solo estaba haciendo su trabajo, pero no entendía por qué se sentía extraña al tener alguna interacción con ella, sabía que no era una sensación mala, solo jamás se había sentido así.

El primer paso ya se había dado.








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