Capítulo 43: Malditos Estúpidos.

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Kalyn Mikanel estaba a la defensiva, nadando por toda su fortaleza profunda, siempre estaba tranquilo pero justo ahora sentía una presencia un tanto desconocida

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Kalyn Mikanel estaba a la defensiva, nadando por toda su fortaleza profunda, siempre estaba tranquilo pero justo ahora sentía una presencia un tanto desconocida. Abrió los ojos. Nadie debía entrar en su fortaleza. ¿Quien había entrado en su fortaleza?

Adentro de su fortaleza había un intruso que por más que luchará no podía tomar el control del cuerpo. Cesil miró a su alrededor bastante nervioso. Frente a sus ojos se extendía en kilómetros un inmenso mar, no era profundo, el agua no le pasaba de la rodilla pero aunque pudiera sentir el fondo de solo mirar hacia abajo le daba pánico al no poder ver el fondo, junto a él había un pequeño niño demonio que nadaba de un lado a otro sin prestarle atención. Se veía como un bebé, no le ponía ni siquiera diez años, quizás podría tener menos, pero se suponía que era él el que le impedía tomar el control del cuerpo. Junto a él, volando por la superficie, rozando el agua saltaba el alma del cuerpo inicial, Mikael, él ni siquiera estaba peleando, él solo estaba dormido.

Esos tétricos y vacíos ojos dorados de repente lo miraron.

—¿Que haces aquí y quién eres? —le exigió una respuesta, su tono de voz era bastante demandante.

—Eso debería preguntarlo yo...

—No. —lo interrumpió—. Tu eres el intruso. Tú debes responder. —el foco de luz blanca suspiró.

—No se que hago aquí... —dijo dejando caer sus brazos a los costados de su cuerpo.

—¿Quién eres?

—Soy Cesil.

—Mucho gusto Cesil. —se sentó sobre el agua e hizo aparecer una tetera y unas pequeñas tazas, que las llenó con el contenido de la tetera. Hizo aparecer una de esas tazas junto a él—. Es té de naranja. Es bueno, espero te guste. —a su lado apareció un plato con una tazón de azúcar y una cucharilla—. Puedes sentarte, te cansarás si estás todo el tiempo de pie.

—¿Cómo me siento en esto? ¿No es todo agua?

—Levanta el pie sobre la superficie y podrás sentarte.

Cesil así lo hizo y se sentó, agarró la taza y le echó unas cucharadas de azúcar. Miró al niño mientras revolvía el azúcar dentro de la taza.

—Sigo sin entender que haces aquí, nunca había tenido una visita en mis años de existencia... Hueles a ángel... —para tener el aspecto de un niño hablaba de manera muy metódica y educada.

—Se supone que soy la conciencia de un ángel, quizás por eso tengo ese olor. —bebió un sorbo del té lamiendo sus labios, estaba rico.

—Darling ha muerto. Estamos dentro de mi fortaleza infinita, en la conciencia de Mikael —esa misma conciencia se posó sobre la mano del niño—. Si sigues peleando por el dominio el cuerpo de Mikael seguirá calentándose, harás que él muera.

El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora