El primer amigo de Kyoka

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Pasó su tarjeta ID de la empresa por el escáner del torniquete y se adentró a las instalaciones de la empresa; después de saludar a algunos colegas, fue a la sala de descanso y se dispuso a prepararse una taza de café.

Mientras esperaba a la cafetera, movía con impaciencia su pie. Pero no porque estuviera llegando tarde o algo pendiente en el trabajo le preocupara, más bien, estaba preocupado por su pequeña niña.

El primer día siempre es difícil, no conoces a nadie, todos son completos extraños a tu alrededor y no tienes idea de como comportarte ante tantas personas; le dio indicaciones básicas de comportamiento, pero se preguntaba si eso podría ser suficiente para ayudar a su niña a entablar comunicación y hacer nuevos amigos.

... De hecho, eso era lo que más le preocupaba a Chuya: que Kyoka no fuera capaz de hacer amigos.

Tiene un carácter especial; es callada, solo asiente cuando le dan indicaciones; no le gusta jugar con otros niños y tampoco le gusta compartir sus juguetes. ¿De qué se supone debe hablar un niño de cinco años?

Suspiró con pesadez. Entonces, una risilla se dejó escuchar.

—¿Todo bien en casa? —cuestionó un chico castaño que se arremangaba.

—¿Heh? Tachihara, buenos días. ¿Quieres un café?

—Un té, me diagnosticaron gastritis. Así que nada de irritantes por mucho tiempo —se estiró—. ¿Qué es lo que te preocupa?

—Kyoka —admitió.

—¿Le pasó algo malo? —alzó la ceja, confundido.

Negó con la cabeza. —Es su primer día en el preescolar.

—¡Oh, vamos! —le soltó un golpe en la espalda con la palma de la mano—. Los niños son especialistas en hacer amistades. Gin también se sentía intranquila cuando nuestro niño entró al preescolar, pero cuando lo vio regresar con la cara rayada, el uniforme sucio y una sonrisa en su rostro, todo fue mejor para ella. Estoy seguro que Kyoka encontrará amigos que la hagan sentirse especial.

Chuya suspiró de nuevo.

—Supongo que sí... ¿Crees que hice mal aplazando dos años su entrada al preescolar?

—¿Eso te preocupa? ¡Hombre, claro que no! Muchos padres hacen eso... Aquí entre nos —susurró cubriendo sus labios con la mano—... yo no fui al preescolar. ¡Ja, y mírame! ¡Soy un profesional en el área de la informática!

—Ah, cierto... Eso me recuerda, señor profesional. Hay un error que...

—No, no, basta. No necesito que me reprendas antes de la auditoria.

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El aula estaba perfectamente iluminada; al menos una diez sillas estaban esparcidas por todo el perimetro y solo dos niños podían sentarse por mesa.

En la pizarra ya se encontraba escrita la fecha y los márgenes estaban decorados con bonitos stickers de lápices y demás material escolar; al fondo, se encontraban los archiveros donde se pretendía que los niños colocaran sus portafolios de evidencias, y también había una pequeña biblioteca.

Cuando la campana sonó, los niños que se encontraban afuera esperando a su maestro entraron. Kyoka tomó asiento en la mesa frente al escritorio del maestro, luego, una niña se sentó a su lado sin pensarlo mucho.

—¿Eres nueva? —cuestionó la pequeña niña, mirando con curiosidad a Kyoka.

Sin embargo, no obtuvo respuesta.

El maestro que se enamoró de un papá soltero | BSD • SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora