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Hogwarts Noviembre 1993

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Hogwarts 
Noviembre 1993

Eileen no esperaba que Harry fuera grosero con ella, muchas veces no la saludaba ni por cortesía, claro que a ella le dolía, pero trataba de entenderlo. Un adolescente que tenía a su tutora por decirlo de una manera "cuidándolo" era humillante para él.

Por otra parte, su vida era aburrida. No tenía una amiga como tal, pues ella era joven a comparación de las otras maestras, Severus y ella, a pesar de ser hermanos, su relación se había vuelto nula a excepción solo las únicas 3 veces de año que se veían y Remus, era un buen tipo y sin sus amigos se podía decir que era muy agradable, pero, siempre tenía un muro invisible en el cual no se podía dejar acercarse más.
Solo pequeños eventos en su vida le daban algo de emoción, o intriga, o lo que sea que fuera una novedad, eran: la vez en que Harry casi se muere porque se cayó de la escoba, cuando le dieron a Harry una escoba y el destinatario era un misterio. En general, su vida no era tan variada; tampoco podía salir al mundo muggle porque tenía que cuidar a Harry y no podía llevar a Harry con ella porque también estaría desprotegido de Sirius Black.

Eileen maldecía por lo bajo, a ella no le gustaba estar en Hogwarts ni un poco, no le recordaba a épocas lindas ni memorables. A veces ella quería ser un poco libre y tener su antigua vida. Amaba a Harry con el corazón; sin embargo, estos últimos meses su vida solo giraba en torno a él.
Y bueno, ella lo quería tanto como una madre y daría su vida por él, aunque ella extrañaba su vida. Tampoco es como si fuera una vida llena de cosas nuevas, pero sentía esa libertad de hacer lo que quisiera. 
Mientras Harry estaba en Hogwarts ella hacía su rutina: hacer pociones disfrazadas de medicamentos o la etiquetaba como debía de hacerlo, las vendía en el mundo muggle y en el mágico, cocinaba lo que ella quisiese, leía un libro o veía una película en sus ratos libros, hablaba un poco con sus vecinas mientras tejían o hacían algo que les gustara y luego volvía a su casa y cenaba algo para finalmente dormir. La rutina cuando Harry todavía no iba a Hogwarts o estaba de vacaciones era la misma, solo que él la acompañaba o en algunos casos donde había dinero suficiente podían darse el lujo de irse a un viaje cercano, a veces había cambios como las veces que Harry iba con los Weasley o con los Dursley, su vida era buena y relativamente tranquila a excepción estos dos últimos años que Harry parecía estar siendo un imán de peligro.

Ahora su nueva rutina era levantarse a las 6 a.m., alistarse para que a las 7 a.m. le dé tiempo de poder suministrar pociones y medicamentos a la enfermería, a las 8 a.m. estar en el comedor comer media hora para luego irse a la enfermería donde tampoco podía hacer gran cosa porque Madame Pomfrey no la dejaba hacer mucho por miedo a que afectara a alumnos, pues, no era sanadora. Entonces su único trabajo era traer medicamentos, hacer curaciones sencillas, suministrar medicinas que Pomfrey previamente había dicho, las dosis y último tener un recuento de los suministros.

 Entonces su único trabajo era traer medicamentos, hacer curaciones sencillas, suministrar medicinas que Pomfrey previamente había dicho, las dosis y último tener un recuento de los suministros

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Afueras de Hogwarts. 
Diciembre 1993

El frío en Escocia era bastante, y ahora sin la mayoría de alumnos, el castillo parecía vacío, a excepción de los alumnos que pasarían sus vacaciones ahí.
Eileen recordaba las épocas de Navidad con nostalgia y añoro. Después de su adolescencia, las fiestas las pasaba con Harry, y a veces que Petunia quisiera compartir tiempo con su sobrino, ella lo dejaba un par de horas. Siempre que Harry ya no estuviese en casa, Severus iría a visitarla; hablarían de varias cosas mientras tomaban un té y luego se iría dejándole un regalo.

Aunque pareciera que ella era un Grinch de la Navidad, a ella le encantaba. No decoraba su casa, pero siempre le gustaba hacer la cena de Navidad y luego abrir sus regalos. Esta Navidad sería diferente, y no lo decía en voz alta, pero en realidad le disgustaba bastante.

La nieve estaba alta, pero Eileen ya había tomado el hábito de caminar todas las tardes. Ahora, con su nueva vida, ella se había hecho más sedentaria y había perdido su condición física.

Eileen caminaba por la orilla del bosque prohibido, estaba contemplando la vista cuando escuchó un ladrido, volteó a ver en la dirección del sonido y vio un perro. Era de raza grande, de color negro y estaba sucio y desnutrido. Eileen lo volteó a ver y se quedó quieta. Ese perro solo le ladró una vez, pero tampoco seguía ladrando ni se acercaba. Parecía que solo quería llamar la atención de ella.

—Qué perro más raro —. Dijo Eileen.

El perro ladeó la cabeza, luego se empezó a acercar a Eileen y se tumbó sobre sus pies, como si esperara ser acariciado por ella.

—¿Quieres mimos corazón?—. Eileen se arrodilló un poco y le acarició la barriga al perro. —Está haciendo mucho frío y además estás en los huesos. ¿Dónde apareciste?

La mujer lo acarició unos momentos más y al momento de marcharse el perro la acompañó hasta el castillo. Ella lo miró fijamente con curiosidad

-¿Qué pasa? ¿Quieres entrar?

El perro se sentó en la entrada, mirándolo con unos ojos adorables.

-Está bien, pero primero te bañaremos.

Eileen dejó entrar al perro y fueron a su habitación sin que nadie lo viese.

-No sé cómo llamarte sinceramente, no tenía en mis planes tener una mascota.
¿Sabes, me escucho como una loca hablando con animales, pero necesito a alguien como compañía? Vamos al baño. 

Aunque el perro se negase y tratase de escapar, un poco de magia bastó para que quedase inmóvil.

—Verás que después de este baño estarás muy bonito. Después del baño te daré comida y podrás dormir cerca de la chimenea, solo no seas desastroso.

El perro no parecía entender, pero estaba relajado con los masajes que Eileen le daba en el baño, luego lo sacaron y le dieron de comer; la comida era un pedazo de carne que ella había pedido de las cocinas, el perro la comió con tanta desesperación que Eileen sintió lástima quien hubiera sido el que lo había dejado solo

El perro no parecía entender, pero estaba relajado con los masajes que Eileen le daba en el baño, luego lo sacaron y le dieron de comer; la comida era un pedazo de carne que ella había pedido de las cocinas, el perro la comió con tanta desesperaci...

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2 horas después. 

Eileen estaba ya vestida con la pijama para dormir, un poco agotada pero no demasiado como para caer rendida.

-Bueno, perrito, ya es hora de dormir. No creo que hagas alguna travesura, pareces muy cansado. Mañana te llevaré a Hogsmeade al veterinario. Descansa, bonito.

Acarició por última vez al perro antes de meterse a la cama y quedarse dormida.

Ya pasada la medianoche, Eileen se despertó por un peso que estaba encima de ella; por un momento pensó que se trataba de una parálisis de sueño, pero, al abrir los ojos, no estaba sola. Estaba alguien arriba de ella apuntándola con una varita. Con SU varita, el hombre sonrió mientras seguía con la varita en el cuello de la mujer. Por la oscuridad, no se podía notar quién era, hasta que habló.

-Hola, querida Eileen.

Esa voz, esa voz, solo era posible que fuera de una persona que ella no había visto en mucho tiempo. Era Sirius Black.

Again ☆Sirius Black☆Where stories live. Discover now