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Pov Eileen:
Sentir la presión de la varita sobre mi cuello, más aparte el peso de su cuerpo, hizo que me llenara de miedo. Estaba sola, sin varita, inmovilizada y, por si fuera poco, por privacidad mía. Mi habitación tenía un hechizo que no permitía que las personas de afuera escucharan lo de adentro.
Maldecí en mi cabeza, estaba preparada para una muerte o una tortura o lo que quisiera hacer Black conmigo. Cerré los ojos preparándome para lo peor cuando escuché que Black habló.
-¿No me recuerdas? ¿No me vas a saludar grosera? Pero para mí es un placer volverte a ver -. Preguntó mientras dejaba salir unas risas roncas.
Mi corazón latía de manera desenfrenada. Esto era uno de sus trucos para volverme loca o lo que sea que él planeaba hacer.
—Para mí es todo lo contrario—. De verlo directamente, volteé mi cara hacia un costado.
Por el rabillo del ojo vi cómo Black volteó a verme de nuevo con rapidez mientras apretaba más mi cuerpo.
- ¿Andamos muy sinceros el día de hoy, no?—. Me dijo con sarcasmo.
-Si vas a matarme, hazlo ya, no te daré a Harry—. Hable directamente: si me iba a torturar para que entregarle a Harry, no lo conseguiría.
—¿Por qué te mataría?—. Dijo con extrañeza.
Sentí cómo la varita dejó de presionarme el cuello.
—Porque estás arriba, mío, inmovilizándome, apuntándome con una varita y no sé si tú sepas, pero la fama de eso ya la tienes—. No pude terminar de hablar cuando Sirius me lanzó un hechizo.
-Petrificus totalus-. Sirius me lanzó el conjuro, con el cual me quedé inmóvil y por fin se bajó arriba de mí.
-Ahora que ya no estoy arriba, te puedo explicar mejor. Okay, hace ya 12 años yo iba a ir con James y Lily porque Peter me dijo que había pasado algo. Llegué y los vi en el suelo, muertos. James estaba en la sala y Lily en la habitación de Harry. Él estaba solo, tenía un año y parecía que había estado llorando mucho tiempo—. Decía con melancolía y tristeza en su mirada.
—¡Mentiroso!, ¡tú los delataste y querías ver si los había matado ya el señor!—. Tuve coraje cuando lo oí hablar como si él fuera una víctima, pero me tapó la boca.
-¡Callate!-. Me interrumpió con un gran enojo. -Eso no pasó, yo jamás delaté a mis amigos. ¿Sabes quién fue? ¡¿Sabes quién fue?!—. Volvió a gritarme y quitó su mano de mi boca!
-¡No me grites!, dime quién fue según tú.
-Peter Pettigrew...—. Dijo en un susurro.
El coraje me inundó cuando supe que me estaba mintiendo tan descaradamente.
