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La nieve caía con parsimonia, los enormes árboles que antes se mostraban de un color verdoso ahora se veían camuflados con un manto blanco. Casi irreal, Tal imagen siempre lograba sorprender a Minho desde el momento en que llegó a ese pueblo, invierno tras invierno parecía ser más hermoso que el anterior, sonrió y avanzó con pasos lentos a través del bosque. Después de todo, lo mejor que pudo hacer para despejar su mente fue alejarse, por muchos días, pues no quería sucumbir ante el terrible deseo por la sangre de un lobo omega... No otra vez.

Los lobos jamás fueron desconocidos para él, ni para ningún vampiro, su extraña enemistad con estos perduró y perdurará por muchos años. Desde el momento de su existencia le fue instruido el rencor y cuidado que debía tener con esa especie, quienes eran capaces de matarlos y además su guerra entre sus especies parecía no tener fin, eran enemigos naturales. En uno de esos tantos enfrentamientos, todavía cuando el rey Park gobernaba sobre ellos con furia, él se aventuró a ir con otros de los suyos para atacar a una de las manadas que estaba indefensa, después de todo al rey siempre le había gustado la sangre de los omegas. 

En ese lugar conoció a Taemin, siendo en ese entonces apenas considerado un muchacho sin importar que estaba a punto de cumplir los doscientos años, sin embargo, por más que había vampiros adultos experimentados, todos habían caídos en una trampa y con ello significó inevitablemente la muerte, excepto para él, quien logró sobrevivir, aunque las heridas causadas fueron terribles. Taemin, ese precioso omega, salvó su vida aun sin saber que él arrebató la vida de muchos de su especie e incluso después de enterarse que él era un vampiro, cuidó de él.

No se alejó, no mostró miedo. Puede que curiosidad, pero miedo en su mirada no existía y muchos menos odio. Y Minho por primera vez no comprendió el odio hacia esa especie, porque Taemin para él era inofensivo, amable y muy, muy hermoso. Permaneció más de una semana sin poder salir de esa cueva en la cual encontró un refugio de aquellos alfas que deseaban matarlo. Taemin lo había encontrado en el tercer día y desde entonces estuvo cuidando de él hasta asegurarse que estuviera completamente recuperado.

—¿Por qué haces esto por mí? —preguntó en una de esas ocasiones en el que Taemin cambiaba sus vendajes—. Responde

—Porque estás herido, ¿eso no es suficiente para ayudar a alguien? —este sonrió cuando su trabajo estuvo hecho— No hay una razón en especial, atender a un herido es uno de mis deberes, al menos para mí, no importa a qué especie pertenece

Y en esa ocasión se dijo que podía confiar en aquel bondadoso omega. Poco le importó que no se hubiera alimentado durante ese tiempo y su cuerpo estaba debilitándose cada vez más, pasar más tiempo con aquel muchacho risueño de piel tostada era la mejor decisión. Sin embargo, Taemin pudo darse cuenta de inmediato de su estado, porque si sus heridas ya estaban sanas lo que lo mantenía todavía en cama y con la imposibilidad de irse era por falta de alimento.

A Minho lo cautivó esa preocupación en los ojos del omega, pero sobre todo le sorprendió que la siguiente noche este trajera a un animal muerto, un jabalí para ser precisos y aunque los pensamientos de que jamás había consumido sangre de algún animal, porque no era habitual en ellos y muchos lo consideraban caer muy bajo. Y sin embargo, le fue imposible rechazarlo, pues el aroma de Taemin le resultaba cada vez más irresistible. 

Después de haber recuperado las suficientes fuerzas para poder valerse por sí mismo, había transcurrido una semana más y aunque tenía posibilidades y oportunidad de poder irse, le fue difícil simplemente alejarse sin despedirse de Taemin, ¿acaso este no había hecho mucho por él?

—Voy a extrañarte —y esas tres simples palabras le hicieron perder un poco la cordura.

—Si me esperas en este lugar... Voy a volver

Corazón Cautivo - Cazador [Sechen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora