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Kyung Sook sintió una extraña mezcla entre ira e incredulidad.

—Vámonos —dijo.

Jungkook frunció el ceño, sin entender por qué de repente quería irse, hasta que miró en la dirección hacia donde ella estaba mirando y también reconoció a Sung Tae. Una ira inmensa lo invadió y estuvo a punto de correr hacia donde estaba y golpearlo.

«¿Cómo te atreviste a engañarla? —se preguntó— Daría lo que fuera porque me diera la oportunidad que te dio a ti y mira lo que hiciste».

Se levantó y tomó a Kyung Sook del brazo con suavidad, salieron del restaurante y Sung Tae salió corriendo detrás de ellos.

—Kyung Sook —la llamó.

Ella sintió que le hervía la sangre y se giró despacio para mirarlo.

—En tu desgraciada vida me vuelvas a hablar —le dijo.

Él se acercó.

—Puedo explicarlo, por favor escúchame.

Ella levantó la mano y le dio una cachetada.

—Yo no necesito que me expliques nada, ya me quedó muy claro lo que estabas haciendo. No quiero volver a verte y si puedo hacer que te despidan, no lo dudaré un segundo.

Tomó a Jungkook del brazo y salieron del centro comercial. Hasta que llegaron al estacionamiento, Kyung Sook estuvo aparentando fortaleza, pero en ese momento, se derrumbó. Jungkook sintió que le dolía el pecho, en tantos años de amistad, habían sido pocas las veces que la había visto llorar y nunca como en esos momentos. La envolvió en sus brazos y le acarició el cabello.

—Lo siento mucho —dijo.

—¿Qué está mal conmigo? —preguntó ella, entre sollozos— ¿Soy tan difícil de amar?

—Nada está mal contigo —dejó un beso sobre su cabello—, si él no supo ver la gran mujer que eres, es su problema, no tuyo.

—Parece que nadie puede verlo, de una u otra manera siempre acabo igual.

«Yo te haría feliz si me dijeras que sí —pensó Jungkook y la abrazó con mas fuerza todavía».

—No pienses eso, eres alguien maravilloso, nunca lo dudes.

Pero ella solo podía pensar en lo dolida y humillada que se sentía por haber encontrado a alguien que pensaba que la quería, pidiéndole matrimonio a otra persona. Sung Tae era el jefe de recursos humanos de la empresa de los padres de Kyung Sook, y ella sabía que con solo llamar a su hermano, que era en esos momentos el presidente, podría hacer que se quedara sin trabajo y arruinarle por completo la carrera. Realmente quería hacerlo, pero sería después, porque en esos momentos solo quería llorar.

—Vamos a comer —le dijo Jungkook.

—No tengo hambre —respondió ella, alejándose un poco.

Él le secó las lágrimas con el pulgar y sonrió.

—Vamos, no puedo dejar que te quedes sin comer y solo llorando.

—Solo quiero llorar, me siento terrible por haberme fijado en alguien así y por los meses que perdí en esa supuesta relación con él.

—No valía la pena y al menos ya lo descubriste. Hazme caso y vamos a comer.

Ella asintió y de repente se sintió muy agradecida por su presencia. A pesar de lo mal que se sentía, por lo menos no estaba sola.

Más tarde estaban comiendo kimchi. Jungkook sirvió un poco de soju en dos copas y le pasó una a Kyung Sook. Al menos ya había dejado de llorar, pero parecía ausente y en sus ojos enrojecidos podía ver mucho dolor y decepción. Quería poder hacer algo para que se sintiera mejor, pero no sabía muy bien qué. También pensó en hablarle de sus sentimientos, pero debía esperar a que ella se recuperara un poco y entonces se arriesgaría a decirle lo que sentía, aunque sintiera miedo de que lo rechazara y su amistad se viera arruinada.

𝑌𝑜𝑢𝑟 𝑒𝑦𝑒𝑠 𝑡𝑒𝑙𝑙 - 𝑃𝐻𝑆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora