« Videncia »

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Un suspiro basta para lograr activarme nuevamente. Su piel es tan suave y tersa como el mármol, me gusta acariciar el cuello de Luna con mi lengua. Quizás estar encima de ella y hacer movimientos con mi pelvis sobre la suya nos enciende a ambos, por lo menos a mi me prende completamente.

Mi miembro enteramente duro pide entrar dentro de ella, Luna acompaña estos movimientos como si se acoplara a una canción sexual. Vaya que este acto sí me gusta, pero me gusta más cuando me decido a introducir por fin mi pene dentro de mi novia.

Jamás voy a cansarme de esta sensación, no mientras esté vivo; el sexo con Luna es de lo más lindo, me hace liberar diferentes moléculas en el cerebro y logro sentir todo tipo de cosas en el cuerpo. Los gemidos que deja escapar comienzan a inundar la habitación, voy perdiendo la cordura de a poco por lo que acompaño con los míos propios, mis manos acarician el cabello de Luna y las suyas tocan mi espalda. Noto que de pronto sus uñas se clavan en mi piel y eso me hace sonreír, por lo que decido atacar los labios de mi amada y comienzo a aumentar la velocidad de las estocadas.

Luna se acompasa a los movimientos, sus gemidos empiezan a ser más guturales, entonces paso una de mis manos por detrás de su cuello para tener un mejor agarre pero ella decide aumentar la apuesta y hace fuerza con su cadera, me empuja con uno de sus codos y me invita a girarnos.

Una vez queda encima mío puedo ver su mirada lasciva, aquella que me vuelve loco enseguida. Tomo de la cintura a mi pareja con mis manos y flexiono mis rodillas apenas un poco. Ella que se encuentra con las rodillas a ambos lados de mi cintura, sentada encima mío, se mueve acorde a mis movimientos pélvicos.

Me encanta cómo gime, cómo ese sonido que produce su voz hace eco en la habitación y penetra mis tímpanos. Esa melodía en prosa se graba en mi cerebro cada vez que la escucho y logra dejar huella en mí. Esos sonidos que produce su voz hacen que mi glande sienta un hormigueo poco a poco, su piel me vuela la cabeza, la transpiración deja la pauta de que ambos estamos compenetrados en este acto.

Luna comienza a gritar algo bajo, su voz se intensifica, cada vez más, quizás está llegando al orgasmo. Empiezo a sentir cosquillas más fuertes en el glande, me apresuro con los movimientos en la pelvis metiendo más presión en los glúteos pero por alguna extraña razón comienzo a perder la concentración, de a poco voy dejando de sentir sensación en el glande, sin embargo aún sigo excitado.

—¡Ya casi llego! ¡Aaaah! —escucho decir a Luna.

La abrazo más fuerte y comienzo a aumentar la velocidad para que llegue a su orgasmo. Ella aumenta la velocidad conmigo, parece que al igual que siempre, funciona.

—¡AAAAAAH! ¡MINHO! ¡AAAAAAMNNGHHH! —ella deja salir unos gritos y aprieta los cuádriceps mientras continúa moviéndose de una forma eléctrica hacia adelante y atrás.

Por mi parte aún continúo con el miembro completamente duro pero sin sentir nada. Sin embargo hay un silencio implícito entre Luna y yo, por lo que ella se decide por besar mi cuello, bajando lentamente por mi pecho hasta llegar a mi pelvis y allí toma mi pene entre sus delicadas manos y lo mira, me dedica una mirada y luego se lo introduce en la boca.

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