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—Tía, te digo que estás hablando con Charles Leclerc

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—Tía, te digo que estás hablando con Charles Leclerc. ¿Qué más pruebas necesitas?

El bufido de Bibiana me hace suspirar por enésima vez, sintiendo que hemos entrado en un bucle hace ya varias horas. Desde que hemos quedado esta mañana en la puerta de mi casa para ir al aeropuerto hasta ahora que acabamos de bajar del avión, mi mejor amiga no ha parado de repetirme su teoría acerca de la verdadera identidad de "C". Bibiana está convencida de que el chico Ferrari es en realidad el multimillonario, archiconocido y adorado piloto de la escudería roja Charles Leclerc, lo cual me parece una locura tan siquiera pensarlo.

—Ya te he dicho que es imposible, todas las veces que he visto al chico Ferrari han sido momentos en los que era materialmente imposible que Leclerc estuviera ahí. Además, ¿no crees que si se hubiera paseado por ahí solo con una mascarilla y una gorra completamente vestido de Ferrari alguien le habría reconocido? —pregunto poniendo los ojos en blanco mientras esperamos a que salgan nuestras maletas por la cinta.

—Piénsalo, Atenea, ¿a que nunca has visto a ese chico y a Charles juntos en el mismo sitio?

—Tampoco te he visto a ti y a Leclerc juntos y no creo que seas un piloto campeón de Ferrari.

Bibiana alza una ceja y me fulmina con la mirada, lo cual aguanto con una sonrisita de suficiencia. Teniendo en cuenta lo surrealista que me resulta su teoría, solo me queda responder de forma igualmente absurda. Sí, tal vez algunos de sus argumentos son medianamente convincentes, pero la teoría al completo es imposible. En la vida real, los famosos no se fijan en una chica en mitad de la multitud y se enamoran a primera vista, ni se acercan a cualquier desconocida para apostar por sí mismos y regalarles viajes de lujo. Esas cosas solo pasan en las novelas y mi vida no es una novela precisamente.

—Vale, ¿entonces quién es? Porque se lo habrás preguntado después de que te regalase dos billetes de avión en primera, una suite en el mejor hotel de Mónaco y entradas VIP para el gran premio de Fórmula 1, ¿verdad?

—Pues claro que se lo he preguntado, lista —bufo, sacándole la lengua—. Me ha dicho que se llama Cedric, que es francés y que su familia tiene mucho dinero y contactos en la escudería Ferrari, así que quería regalarnos lo que a él le dan normalmente por ser quien es.

—Cedric. Claro —repite ella, mirándome como si fuese completamente estúpida—. ¿Y el misterioso multimillonario Cedric con contactos por todas partes te ha mandado...? No sé, ¿un simple selfie de su cara?

Su pregunta y la expresión resuelta con la que la acompaña me hacen sonrojarme, ya que no tengo ninguna foto de la cara de Cedric a pesar de que sí se la he pedido.

—¡No, no tengo ninguna foto suya, pero antes de que digas nada, todo tiene una buena explicación! Le da vergüenza cómo sale en las fotos y prefiere que le conozca directamente en persona este fin de semana, así que estos días por fin sabrás lo absurda que es tu teoría cuando le veas.

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