Deux

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❝Caminos e Historias Cruzadas❞

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Caminos e Historias Cruzadas

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Aldara podía sentir cómo esos ojos azules, profundos y pesados como un océano, se clavaban en su nuca. Sin embargo, decidió ignorar al dueño de aquella mirada. Sentía que con solo un vistazo de ese joven rubio podría doblegarla, y no estaba dispuesta a concederle ese poder.

Además, se convenció a sí misma: "Nunca más volveré a cruzármelo."

Cuando por fin encontró un vagón casi vacío, dejó escapar un suspiro aliviado y entró. Solo dos niños pequeños estaban allí, sentados en silencio, con los ojos grandes y perdidos, aguardando su destino incierto. Ese mismo destino que compartían con todos los niños a bordo de aquel tren.

Aldara los observó brevemente, regalándoles una mirada cálida, casi maternal, como un intento de ofrecerles la seguridad que probablemente habían perdido. No pudo evitar pensar en el dolor que debían estar sintiendo. "Tan pequeños para abandonar la protección de su madre..." murmuró para sí, recordando cómo a ella misma la arrancaron del calor maternal cuando era apenas una infante. Ni siquiera tenía recuerdo alguno.

Se sentó junto a ellos, tratando de acomodarse para que hubiera espacio para más niños en el vagón. Sacó un paquete arrugado de cartas del interior de su bolso. Eran cartas que había robado de la alcoba de su padre, y esa noche, por fin, se había armado de valor para leerlas. Quería entender. Entender por qué su padre había despreciado tanto a su madre, por qué la había dejado de amar.

Con manos temblorosas, extrajo la primera carta y leyó:

Finchley - 13041988

Jd

Espero que en mi mundo de estaciones, y en tu mundo de solo una; en el final de mi camino sin retorno; tú no seas mi destino final. Como un niño, me dejé llevar por la dulzura, sin precauciones y me lastimé. Nos lastimaste. Nos cuidaré de ti, mientras me alejo de ti. Mi amor por esa tierra magnífica, y por ella, nuestra última esperanza; es mucho mas grande, que el que tengo por ti. ¿Irónico, cierto? Porque te he amado más que a nadie en el mundo, y tú destruiste estos sentimientos. Una parte de mi volverá a verte, sin embargo yo, nunca más; y espero la ames tanto como siempre amaste y aún amas ese poder que esta dentro tuyo, y se que no puedes controlar. Ahora mismo, tengo ganas de vivir por mí, y por ella.

Je t'ai aimé

MLxx ౨ৎ

Aldara no comprendía certeramente aquellas letras de su padre.  Frunció el ceño en evidente confusión. Su padre jamás había mostrado amor por nadie. Sin embargo, esas palabras parecían contar otra historia. "¿Quién era 'ella'? No hablaba de mamá... ¿A qué mundo se refería?"

Antes de que pudiera seguir leyendo, una voz interrumpió sus pensamientos.

—¡Muévete, Edmund! ¡Déjame ayudarte! —gruñó un chico rubio, que acababa de entrar al vagón.

The Last She |Peter Pevensie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora