Capítulo cuatro - Max

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Dentro del auto todo fue silencio, por fin, estaba empezando a molestarme un poco el ruido de la gente.

Mi chófer nos llevaría a casa... "a casa" repito para mí mismo, ahora era un ¿hogar? Tenía muchas cosas en mi cabeza, para empezar no podía creer que ahora estaba casado con Serena, esa mujer dulce y tierna que conocí como una niña cuando yo tenía trece años.

En mis pensamientos, nunca estuvo el enamorarla, o hacer que ella sintiera todo lo que siente por mí, solo fue mi mejor amiga, aún lo es.

Pero no voy a mentir cuando la única verdad es que en lo más profundo de ser, es lo que había estado esperando siempre, tenerla a mi disposición, no sólo como un amiga, si no como mujer. Y digo en lo más profundo de mi ser, por el hecho de que no quiero que ella se decepcione de mí, no quiero que ella cambie la imagen de él hombre que ella cree que soy, el hombre de luz que ella piensa, cuando simplemente solo soy oscuridad. Serena siempre estuvo en mis mejores y peores momentos, tanto como yo para los de ella, y para mí siempre ha sido la niña más preciosa sobre este mundo, aunque finjo que ni siquiera la miró como mujer.

Sentí una mano sobre la mía.

—¿Estás bien? —Su dulce voz, empapo mis oídos, como el canto de una sirena.

—Lo estoy.

Mi respuesta en tono seco no hizo más que ponerla triste, puesto que inmediatamente retiró su mano de la mía y se giró a observar la ventana mientras el auto seguía avanzando.

"Prefiero que te quedes con esa imagen perfecta que tienes de mí, muñeca...Prefiero que me odies, antes de que conozcas mi oscuridad y no puedas salir de ella..."

¿Cuánto tiempo me tomaría quitar todo estos pensamientos de mi mente? ¿Todo este año será así? ¿Me odiará después de esto? Y por unos segundos solo por unos segundos, por mi cabeza pasó la remota idea....¿Si le mostrará mi oscuridad, me aceptaría?

Unos minutos después Serena y yo nos encontrábamos llegando a mi casa, ella ya la había visitado varias veces, pero tenía algunos meses que no pasaba por aquí. El chofer se bajó del auto cuando nos encontramos frente a la entrada principal, pero le hice una seña de que se marchara y nos dejara solos.

Me quedé observándola unos segundos, que bien le quedaba ese vestido de novia, parece una completa muñeca. Relamo mis labios y respiró profundo.

—Antes de que hables... —me dice, me conoce tan bien.

Se gira sobre sí misma para mirarme fijamente.

—Quiero que sepas, que no voy a estar obligando a que me ames, puedes estar tranquilo.

—Serena, yo...

Aprieto el puño, si supieras que en este mismo instante solo quiero meterme bajo tu vestido y escucharte gemir mi nombre.

—Dije que no hables. Podemos estar completamente tranquilos los dos, cada quien haciendo lo suyo, seré ama de casa sí, pero también quiero seguir en las empresas cuando yo quiera.

¿A qué venía todo esto? Ni siquiera habíamos entrado en la casa y ella ya estaba diciéndome estás cosas.

—No dormiremos juntos, no nada, solo será como 1 años con un roomie universitario ¿si?

Medio sonríe y puedo notar que sus ojos se llenan de lágrimas, y aquí es cuando capto por que me está diciendo todo esto, a veces se me olvida que ella en su mente piensa que yo no me quería casar, por que así lo demostré, y así lo seguiría haciendo.

—Vale. Es momento de entrar.

Solté como si no me interesará lo que había dicho, cuando cada palabra atravesó mis pensamientos profundamente.

Baje del auto y me encaminé a abrirle su puerta para que ella pudiera bajar con cuidado, ya que su vestido le impedía un poco moverse con facilidad sin peligro a caerse. Caminamos hacía las grandes puertas de la casa y casi olvidaba por completo algo.

—Espera. Espera. Espera.

Me pongo frente a ella y le hago una seña con las manos de que se detenga, y no de ni un paso más, ella se ríe confundida por mi posición.

—Oye, solo te dije que no dormiremos juntos, no que no quiero entrar a la casa.

—Solo espera ¿si?

Regresé como si fuera al auto, pero me dirigí a rodear la casa para entrar por la puerta trasera, aceleré el paso para llegar más rápido y no levantar sospechas de mi pequeño regalo de bienvenida.

Está bien que al principio me tomé mal todo esto, pero tampoco sería un ogro, además solo es un regalo de bienvenida, nada del otro mundo.

Entré por la puerta trasera y encendí las luces, todo estaba como lo había pedido, o hasta mejor, espero le guste. Abrí la puerta para observar de nuevo a Serena que se encontraba viendo el jardín desde donde estaba esperando.

—Puedes pasar.

—Qué detalle —dice en tono sarcástico pero gracioso.

Al entrar puedo observar como sus preciosos ojos azules se abren de par en par, pues tenía enfrente por toda la planta baja un mundo de arreglos florales, ella ama las flores y quise hacerle saber que no lo olvido.

No dijo y nada y solo siguió caminando y observando cada detalle de cada arreglo que se encontraba en su camino, yo iba detrás de ella y solo podía escuchar como se sonaba los mocos, estaba llorando...Y no la culpo, creo que de la única persona que ha recibido algún detalle es de mí y sus padres. Se detuvo cuando divisó un arreglo en especial, que contenía tulipanes de todos colores, sus favoritos.

—Max...


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Dear, Lord. -El hombre de mis sueños +18Where stories live. Discover now