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¡ 11 !

[ Neblina ]


A Buggy no solían dejarle notas muy seguidamente. Mucho menos cuando acababa de levantarse por segunda vez con un dolor que iba a estallarle la cabeza y el poder de las drogas recorriendo su sistema sin parar.

Algunos papeles estaban regados desordenadamente sobre la mesita donde se sentaba a escribir de vez en cuando, que podía considerarse un escritorio. Su cabeza se alzó de en medio de ellos, con el cabello vuelto una bola revoltosa de color azul y la saliva seca en el mentón.

Ambas manos frotaron su rostro con dureza, cubriéndolo durante eternos minutos para tomar conocimiento de lo sucedido algunas horas atrás. Nada. Su mente no le daba nada. Sus dedos ásperos y gruesos rascaron sus parpados antes de fijar la vista en algo que le ayudase a recordar. Hasta que miró su cama hecha un alboroto de sábanas y almohadas, vacío.

Entonces fue cuando Cabaji escuchó un estruendo que supo que él ya había tomado razonamiento. El sonido de una porcelana chocando contra la pared y de la mesa ser tumbada de una patada, de un puño chocando con la madera y finalmente, un suspiro ruidoso.

Buggy echó la cabeza hacía atrás, dejándose caer en su silla y estirando las piernas mientras su mano cubría sus ojos. "Malditos hijos de puta" fue lo único que susurró, acabando de leer la pequeña nota escrita por la letra de uno de ellos y un lápiz. El final de la nota tenía un dibujito infantil que parecía ser una carita guiñando. No podía haber sido nadie más que el estúpido niño peli rosa que siempre llevaba ropa que hasta Eminem podría ponerse.

La puerta del camarote se abrió con lentitud, vacilante. Como si quién estuviese detrás tuviese miedo de entrar, pero, al final, le mostró la figura de Cabaji y Mohji con los nervios atacándoles.

— Capitán. — Le llamaron, él apartó la mano de su rostro e hizo un ademan para que hablasen. — El...desayuno.

La voz les tembló, pero Cabaji tomó la valentía de decirlo con suavidad. Él tenía una bandejita que llevaba encima un plato con algo de comida, Mohji llevaba una taza de café.

— No me interesa ahora. —  Apenas susurró Buggy.

Y quisieron reprocharle.

— Pero, señor-...

—¡Dije que no me interesa! — Le cortó el parloteo.

La taza tembló en las manos de Mohji ante el respingo dado. Cabaji dio un pequeño brinco. Entendieron a la primera que no era requeridos ahí y terminarían en el fondo del mar si seguían entrometiéndose. Dispuestos a irse, se dieron vuelta hasta que el tartamudeo del peli azul les hizo un llamado.

Buggy suspiró — Lo siento. — Susurró — Solo no estoy de humor.

— Claro, lo entendemos perfectamente. En su posición de padre, nadie lo estaría.

— Gracias. — Resopló. — La verdad no tengo ni puta idea de que hacer.

— Podemos ayudarlo en lo que necesite.

Algo hizo clic en la cabeza de Buggy. Lo sabía. Tenía una idea de donde su niña podría estar y es que él ya había visitado el negocio de los gemelos o al menos el lugar donde suelen hacer tratos con piratas que tienen una recompensa favoreciente.

— Lo haré por mi cuenta. — Se puso de pie, dirigiéndose a la puerta — ¿Ella...?

— Esta en su camarote. — Respondió de inmediato Mohji.

¡Hi, baby! |Buggy|Where stories live. Discover now