[24]

190 30 3
                                    

― Mejillas dulces. ― Las manos de tu marido agarraban con delicadeza las mejillas de sus bebés, su diestra se posaba tiernamente sobre una de Koko, los dedos de su izquierda pellizcaban juguetonamente la piel dulce de Megumi. ― Más les valía dejar de llorar o su mamá enloquecería. 

— Oh, cállate. Eso no es cierto. ― Giró su cabeza al escucharte ya despierta tras un largo sueño que el doctor te había permitido por el esfuerzo hecho antes, pidiéndole que por favor cuidase de sus criaturas mientras te sumergías en sueños llenos de paz.

― Lo es. ― Soltó una carcajada pesada.

Sus dedos jugaron con la carita de los niños con total concentración en ellos, examinando cada pequeño detalle de su rostro como si nunca en su vida hubiese visto a un bebé. Eran muy diferentes a Kendra, más pequeños e inquietos a su manera. Eso solo porque ellos llegaron a sus brazos acabaditos de nacer, a diferencia de la niña. 

Entrecerró los ojos, su corazón derramó pizcas de azúcar por todas partes. Miró de un lado a otro, a cada uno, sin detenerse. Su dedo índice se posó sobre la nariz de los pequeños, no era como la suya, aquella que lo hacía un payaso y odiaba con todo su ser. Pero la punta era... colorada, más bien de un rosado fuerte que le hizo pensar "¿Habrían nacido con gripa?", pero no, era su color natural.

Adoró ese pequeño detalle.

― Mira, nena. Es coloradita. ― Susurró, arrancándote una sonrisa de boca cerrada. Buggy podía llegar a ser el ser humano más tierno en menos de un segundo si se lo permitía. — Ambas lo son.

— Ha de ser como compensación por no haber nacido con un tomate como el tuyo.

— ¡La mía ni siquiera se parece a un tomate! — Se quejó, señalando con el índice la redonda nariz en medio de su rostro.

— Lo es. — Una risa leve se deslizó por tus labios. — Me gustan los tomates.

— ¿Te gustan?

— Cualquier cosa que me recuerde a tu nariz me agrada.

Buggy apartó la mirada, un sonrojo se había extendido enormemente por sus mullidas mejillas. Había veces en las que no sabía ocultar correctamente que estaba nervioso y, como un acto de último momento, intentaba no mirarte sabiendo que se vería el doble de vulnerable. 

Se centró en sus bebés de nueva cuenta, sus dedos flotaban sobre sus pequeños rostros. Pensó, quizá era momento para volver a disculparse, aunque ya lo había hecho con cada palabra tropezando sin que llegaras a entenderle demasiado por lo cansada que te encontrabas. Se aclaró la garganta antes de hablar.

— Lo siento, de nuevo. — Murmuró, haciendo un pequeño puchero mientras sus oídos esperaban escuchar una respuesta.

Tu espalda volvió a estar apoyada contra una almohada, suspirando.

— Esta bien. — Miraste tus manos, jugueteando con tus dedos. — Ambos fuimos ignorantes, no importa.

— Sí, claro que lo hace, nena. — Sorbió. — Tenías razón, yo te descuidé, fui un ignorante y por eso te enojaste conmigo. Tenía que cuidar de ti todo el tiempo y dejé de hacerlo, joder, lo siento tanto.

— Buggy. — Tu tono se volvió firme de repente, como si estuvieses apunto de regañarle por nada. — No tienes que disculparte, entiendo que tal vez estabas ocupado con la tripulación, esta bien.

— Por favor. — Miró de reojo al interrumpirte, apretando su mandíbula. Él solo necesitaba escucharte decir que lo perdonabas para conseguir su paz mental. — Nena, lo siento.

Suspiraste.

— Bien, no importa.

Entonces Buggy sintió que su pecho se había librado de un peso y su corazón había vuelto a latir con normalidad.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 28 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

¡Hi, baby! |Buggy|Where stories live. Discover now