II

4.1K 252 40
                                    

2

Eloísa

Desperté con una cálida sábana cubriendo mi cuerpo. Tenía un sabor raro en mi boca y escuchaba como mi corazón latía cada vez más rápido mientras recordaba todo lo que ocurrió ayer. 

¿Quien era ese hombre tan alto? ¿Qué pasó con la camioneta? No recuerdo nada. 

Tenía demasiadas dudas y estaba asustada, cuando pude sentarme en la cama en la que estaba comencé a analizar la habitación, estupefacta.

Mis sentidos detectaron pasos y sonidos viniendo hacia aquí y aunque no sepa qué es, sé que no es nada bueno. 

Corrí como pude hasta un armario muy grande, abrí una puerta y agradecí a Dios por yo poder caber allí. Me agaché y entré, al segundo de cerrar todo, por arte de magia se escuchó como se abrió la puerta de la habitación. 

Pasos confundidos buscaban algo, pasos rápidos se dirigían a otra parte, y ahora pasos enojados parecían buscar algo con desesperación. 

Me está buscando a mi. 

Por Dios. 

 
- Mi princesa... ¿Dónde estás?

Una gruesa y grave voz se escuchó por todas partes y por instinto me quedé quieta, tiesa, no me atrevía siquiera a respirar.

- Te siento cerca, amor.

¿Me siente cerca? Yo no tengo jodida idea de quien mierda es pero ¿el me siente cerca?

- No creo que quieras hacerme enojar. O sales, o te busco.

Las últimas palabras sonaron crudas, tenía todo mi rostro mojado por las lágrimas y el sudor, sentía que el corazón se me iba a salir.

No tenía muchas razones para estar así de asustada, lo sé. Pero despertar en un lugar desconocido con recuerdos desordenados y ahora estar con un hombre que no sé que es lo que quiere de mi me es suficiente para estarlo.

Pasaron tan solo segundos cuando unos pasos se acercaron hasta el armario donde yo estaba. 

Juro por Dios que podía sentir que me estaban mirando, como si supiera exactamente en donde me encuentro, y eso que el armario era muy grande. ¿Cómo podría saber que estoy exactamente aquí? 

Pesar a mis dudas, el hombre pareció quedarse ahí parado, frente al armario, podía escuchar su respiración,  pesada y fuerte. 

- Sabes, mi amor. Si querías jugar a las escondidas tendrías que haberte dado cuenta que cerraste el armario mal.

Y antes de poder reaccionar, él abrió la puerta, sacándome de mis cabellos. 

- No, ¡Por favor!

- No tendrías que haberte escondido, bebé.

- Sueltame, por favor.

Entre lágrimas logré hacer contacto visual con él. 

Era el mismo hombre de la biblioteca, el mismo que me miraba tranquilo y paciente ahora tiene una mirada grotesca mientras sostiene con fuerza mi pelo, yo arrodillada ante él. 

Sus ojos daban miedo, recuerdo haberlos visto grises pero ahora eran completamente negros. 

- ¿Por qué te escondiste, mi amor?

No contesté, me quedé mirándolo, no podía creer lo que estaba pasando. Ante mi no respuesta él me zangoloteó. 

- Contesta, Eloísa.

- ¿Por qué no habría de esconderme? -- Dije entre lágrimas -- No te conozco y no sé que es este lugar o qué hago aquí.

No dijo nada, se quedó mirándome como si estuviera pensando qué hacer. 

ObsesionadoWhere stories live. Discover now