Capítulo 9: Aún no está lista

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Alonso llegó de su día de trabajo, fue recibido por su madre, que le dio el recado de Tirsa. El no esperó más y salió a la casa contigua juntó con su madre.

— Señora Darla ¿Podemos ver a Tirsa? Me dijeron que se sintió mal— Alonso se oía preocupado.

— Claro, deja le digo que baje — Darla subió a la habitación de Tirsa y minutos después bajaron ambas.

— Isabella hace mucho que no te veo, vamos por un café para dejar un momento a solas a los chicos — Darla no sabía que Isabella estaba enterada de su aventura con su difunto marido. Ambas mujeres se dirigieron a la cocina dando un poco de privacidad a Tirsa y Alonso.

— Apenas me enteré de lo que te sucedió vine de inmediato para acá — Alonso se sentó al lado de Tirsa.

— No es nada solo un pequeño accidente —  Tirsa se sentía incómoda con la atención que le prestaban.

— Hoy por la mañana vine a hablar con tu mamá y ella me dió permiso para que salgamos — Alonso veía a Tirsa con mucho cariño.

— ¿Es enserio?— Tirsa no creía que Alonso hiciera algo como eso por ella.

— Claro que sí. Quiero que hagamos las cosas bien — Alonso veía a los ojos a Tirsa pues en esos ojos verdes se perdía.

En ese momento iba saliendo Isabella y Darla con unas tazas de café para los enamorados.

— Querida Darla, me gustaría que este fin de semana nos dejes llevar a Tirsa con nosotros a nuestra hacienda fuera de la ciudad— Isabella iba a comenzar con su venganza.

— Me encantaría cariño, pero no puedo dejar ir como así a mi hija. Me entenderás que yo quiero lo mejor para ella — Darla no quería dejar a Tirsa ya que ella podía abrir los ojos.

— Te juro que no apartaré los ojos de Tirsa y la cuidaré como a mi propia hija — Isabella era persistente.

— Mamá me gustaría ir con ellos, solo para distraerme un poco — Tirsa por fin decía algo que ella deseaba.

Darla le dió una mirada fulminante — Cariño por favor has caso a mis palabras, no quiero que cometas un error —

— Darla por favor puede confiar en mi — Isabella intervino.

— Señora, le juro que jamás voy a tocar a Tirsa, solo quiero que esté tranquila — Alonso por fin abogó por su novia.

— En vista que parece que todos se pusieron de acuerdo voy a dejar ir a Tirsa con ustedes, pero con una condición, que Larisa la acompañe —

Isabella de inmediato acepto.  Apenas los Antino salieron de la casa de Darla ella se fue sobre Tirsa con un fuerte bofetada.

—¿Cómo te atreves a ser desobediente? y frente a los Antino — Darla volvió a bofetehar a Tirsa — ¿Que acaso te das valentía por ser novia de Alonso? —

— No mamá... Solo quiero salir de la ciudad — las lágrimas de Tirsa rodaban sobre sus mejillas, las cuales ya estaban rojas.

— ¡Cállate! No quiero escucharte más —

Darla dejo a Tirsa y subió a su habitación.

(...)

Al siguiente día Tirsa se levantó e hizo su rutina y salió para el trabajo.

Apenas Desmond entró a su oficina y vio a Tirsa la mando a llamar — Tirsa tenías el día libre, ¿Que haces aquí? —

— Señor, yo no me podía quedar en casa usted confía en mi para este trabajo, y no lo puedo dejar votado —

El QUEBRANTO DE TIRSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora