Capítulo 15: Encierro

135 23 25
                                    

<<Ella me beso, me beso>> Desmond estaba en la cama y no dejaba de pensar en ese beso, estaba tan emocionado que no podía dormir... El beso termino ambos se apartaron y se miraron a los ojos. Tirsa con un poco de confianza y habiendo recuperado el aliento se volvió a ir en un cálido beso, Desmond la tomó fuertemente estrechandola entre sus brazos.

— Perdón, fue un impulso — Tirsa estaba apenada y sus mejillas llenas de color.

— No te preocupes... Me gustó ese impulso — Desmond no dejaba de sonreír.

Desmond condujo llevando a Tirsa a su casa — ¿Estás segura de que quieres ir a tu casa? Me preocupo ya que vi muy molesta a tu mamá y no quiero que te pongas en peligro —

— ¿Peligro? Mi mamá jamás me lastimaría — Tirsa tenía la esperanza de que su madre no tomara represalias en su contra.

Al llegar Desmond se bajó de la camioneta y rodeó el auto para abrirle la puerta a Tirsa, le tendió la mano para ayudarla a bajar de la camioneta. Justo cuando iba a dar un paso el tacón se atoró con una costura del vestido, haciendo tropezar a Tirsa que termino cayendo en brazos de Desmond.

— Ya se me hizo costumbre caer en sus brazos — dijo Tirsa ruborizada y viendo a los ojos a Desmond.

— Mis brazos siempre van a estar para sostenerte — dijo Desmond ayudándole a recobrar el equilibrio.

— Bueno mañana nos vemos en el trabajo — Tirsa tenía mariposas en el estómago y no quieria que sus nervios la traicionaran.

Desmond se dio la vuelta para retirarse pero en un momento de impulso Tirsa lo tomo del brazo impidiendo que siguiera, Tirsa lo miró fijamente unos segundos para después besarlo delicadamente. Desmond la tomó de su pequeña cintura pegandola a su cuerpo. Se apartaron y ni uno dijo más, Desmond subió a su camioneta y se fue a su casa, mientras Tirsa entraba a su casa.

Tirsa se dió cuenta que no había nadie en su casa, así que fue a su habitación se despojo del vestido y se colocó una pijama, después se desmaquillo y se metió a la cama. Mientras intentaba dormir no dejaba de pensar en las sensaciones que Desmond despertó en ella.

Al día siguiente Tirsa se preparó para ir al trabajo. Al bajar a la cocina se encontró con su mamá y hermana. Darla tenía en sus manos el hermoso vestido rojo, Tirsa no entendía que estaba pasando.

— ¿Parece que los golpes ya no hacen efecto? — Darla extendió la mano y Larisa le colocó unas tarjetas grandes — Veamos si perdiendo lo que más quieres aprendes a no faltarnos al respeto — 

Darla comenzó a darle tijerazos al vestido dejándolo hecho trizas, mientras Tirsa suplicaba que no lo hiciera — ¡No! Mamá , juro que no volveré hace nada que  que les afecte pero no lo rompas —

— Cállate o si no serás tú la siguiente — Darla amenazó a Tirsa — Y quiero que renuncias a tu trabajucho como asistente —

— Mamá, no por favor — Tirsa están llorando.

— ¡Ah no! Tu lo quisiste — Darla forcejeo con Tirsa hasta ponerla de rodillas, tomo las tijeras y un mechón de cabello de Tirsa.

Están por cortarlo pero Tirsa suplicó — Mamá no por favor, voy hacer lo que tú me digas —

Tirsa estaba llorando a los pies de Darla que la verla así se sintió satisfecha — Saldré y cuando regrese espero estés en esta casa —

— Si mamá — Tirsa decía sollozando.

Darla y Larisa salieron de la casa dejando a Tirsa en el suelo llorando. Ellas disfrutaban el sufrimiento de Tirsa.

Tirsa se repuso un poco, limpio sus lágrimas y salió para las oficinas. Al salir de su casa Tirsa se encontró con Alonso que parecía estarla esperando.

El QUEBRANTO DE TIRSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora