7 •The Midnight boys•

333 32 1
                                    

Samirah


Accedí a ir al concierto con Elias. Aunque en varias ocasiones estuve a punto de retractarme. A lo largo de la semana, el síndrome del impostor apareció e incrustó sus garras en lo más profundo de mi mente. Por mucho que dé todo de mí en cualquier ámbito de mi vida, está esa voz que me dice que no es suficiente y que podría dar más, por ende, si fallo estaré condenada a un arrepentimiento sin fin.

¿Qué pasa si me quedo en blanco? ¿Y si recuerdo la página y el color con el que resalté la frase, pero no lo que dice? ¿Y si repaso un poco más para asegurarme de que no he olvidado nada? ¿Y si mejor no duermo y sigo estudiando?

No creo que sea buena idea ir al concierto.

Cuando le platiqué el conflicto que tenía conmigo misma a Elias, casi me incinera con su mirada. Se tomó un momento. Cerró los ojos y respiró contando hasta diez, cuando los abrió, se acercó y se agachó hasta llegar a mi altura, agarró mis hombros. Fue uno de los sermones más largos que me ha dado, aunque la mayoría de las veces parecen amenazas.

—¿Qué crees que pasará si te niegas a ir?—Resopla —agradece que te dé la opción de ir por las buenas —sonríe —siempre puedo hacerte caer en un sueño profundo o llevarte arrastrada por el cabello —. Abro la boca para replicar —Nada. Saca toda esa mierda que tienes en la cabeza. Te irá bien. Serás la mejor —libera mis hombros y se aleja —. Por cierto, más te vale llevar la ropa más caliente que tengas.

No accedo por miedo a las consecuencias, lo hago por mi.

Necesito un respiro. Si no puedo ponerme siempre en primer lugar, al menos debería hacerlo de vez en cuando. Quiero despejarme y disfrutar un poco así sea que al día siguiente me arrepienta por no haber invertido de otra forma ese tiempo.

Hago mi mejor esfuerzo para quedar lo mejor preparada posible antes del concierto, por ende, los tres primeros días de la semana estudio lo que hace falta y en el resto analizo donde tengo debilidades y profundizo en esos. Ya no puedo hacer mas nada. Lo que fue, fue. Si le sigo metiendo más información a mi cabeza, corro el riesgo de que se vaya la información que está almacenada al inframundo.

Intenté componer, pero decidí dejarlo para después de los exámenes porque estaba teniendo un pequeño bloqueo. Mi cabeza era un torbellino de ideas y problemas, nada me parecía lo suficientemente bueno.

Bloqueé a Thomas. Por más que cambiaba de número, no dejaba de recibir sus mensajes. Prefiero dejar las aguas correr, ¿sabes? Lo mejor era ignorarlo, en algún momento se cansará.

¿Cómo obtenía mi número? Un misterio.

Hasta consiguió el número que utilizo para el trabajo. Ese no lo conocía nadie más que la compañía y no me podía dar el lujo de estar cambiandolo.

Elias lo odió desde el primer momento. No sabe lo que pasó, no he querido contárselo. No quiero recordar el tiempo que pasé con Thomas. Sospecha que algo malo pasó, pero tampoco ha indagado. Ha sabido darme mi espacio.

Y en muchas ocasiones me ha amenazado. No quiere volver a ver a Thomas a menos que quiera que él pase el resto de su vida tras las rejas.

Dejé en visto a un contacto que no tenía agregado y bloqueé a otro. Nadie iba a perturbar mi paz.

Aguanté todo lo que pude, pero en algún momento, a escondidas de Elias, le mandé dinero a Lu. No lo culpo, pero es mi hermana y está haciendo más de lo que debería cuidando a nuestro padre. No es fácil.

Ni siquiera para ella.

El gran día llegó. Estoy lista para dejarme llevar ¡será una gran noche!

Envuelta en una toalla y con mi cabello goteando, entro a mi habitación y lo primero que veo es la caja violeta que está sobre la cama. Estoy segura que no estaba ahí cuando me fui a bañar. Miro hacia atrás, pero el lugar está desierto. Cierro la puerta detrás de mí y me acerco lentamente hasta el objeto misterioso.

Cayendo en el amorWhere stories live. Discover now