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𝐺𝑖𝑎𝑦
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una semana después;
Aterrizó en Buenos Aires, estaba con sueño y hambre. Estaba volviendo de mi semana en Santa Fe con mi familia.
Llegué a mi casa y lo primero que hice fue hacerme una milanesa porque estaba cagado de hambre, agarré mi celular y ví los los mensajes que tenía. Ignore todo menos los de Luana.
— pensé que me habías clavado el visto y no me ibas a contestar más. —habla Luana apenas atiende mi llamada.
— pasa que justo se me estaba quemando la milanesa y dejé tu chat abierto. —le explico.—, Ya estoy en casa.
— si, me di cuenta, ¿Qué onda el viaje? —me pregunta.
— bien, vine con un pendejo llorandome al lado todo el viaje.
— que bajón. —ríe.—, ¿Estás comiendo?
— si, estaba cagado de hambre, la comida del avión medio que no me gusta viste, ¿Vos qué andas haciendo gorda?
— salía de bañarme, y tengo que bajar a comer.
— ¿Te parece si te paso a buscar y nos vamos por ahí? —le pregunto.—, Quiero verte.
— ¿Pero no estás cansado gordo?
— si pero no quiero verte después, de última dormimos la siestita juntos.
Quedamos con Luana en vernos en media hora, termine de comer y lo primero que hice fue irme a bañar.
Me puse una bermuda de jean, una remera básica negra y la gorrita que nunca podía faltar. Me bañe en perfume, y ya estaba, Lua me mandó un mensaje diciendo que ya estaba entonces me subí al auto y maneje hasta su casa.
En el camino frené a comprar unas boludeces para acompañar el mate, estacionó el auto en la puerta de su casa y toque bocina. Veo que sale de la casa con un bolso de mate y Kia, su perrita en brazos, me baje del auto para acercarme hacia donde estaba ella.
— hola bonita. —la rodeó en un abrazo apenas llega al lado mío.
— mm, que rico perfume. —ríe mientras me abrazaba más fuerte.—, Hola bonito.
Nos separamos un poco y así fue cómo junte nuestros labios en un beso.
— ¿Dónde querés ir? —le pregunté agarrando a Kia, Luana subió al auto.
— vayamos al parque, necesita correr y cansarse. —me dice acomodando las cosas.
— ¿Vos o Kia? —digo en chistoso pero me terminó ganando una mala mirada de su parte.
— mejor subí y maneja Giay. —me saca a la perra.
Me reí, me subí al auto y empecé a manejar mientras nos contábamos lo que habíamos hecho está semana sin el otro, por lo que me decía había pasado estos días con sus amigos, yo con mi familia, evadiendo preguntas.
