2-. Compañeros de cuarto

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    En la reunión, notaste el descontento de varios empleados ante la permanencia de los ahora nuevos residentes.
    Por una parte pudiste comprenderlo dado que algunos eran, por no decir menos, excéntricos. Sin embargo, dejaste en claro que esperabas respeto a cada uno de ellos, y tenían prohibido husmear demasiado en sus asuntos.

    Por supuesto, sabías que el cambio no podría darse de un día para otro, más considerando lo abrupto de la situación. Pasar de atender a una persona a más de treinta no era tarea sencilla.
    Así que, tras dar tus directrices, todos partieron rumbo en sus nueva tarea en común: adaptar el lugar para soportar la gran cantidad de personas.

    Cuando la sala quedó sola, pudiste relajarte. La tensión que hubo en el lugar era equiparable a las de aquellas molestas juntas.

    Fuiste finalmente a desayunar algo decente, reflexionando sobre que hacer ahora. ¿Separar primero los grupos? Sería lo más sensato, ¿Luego deberías comprarles ropa? Sería sencillo para los de tallas más normales, pero no sabías que tanta suerte tendrías para aquellos de complexión más grande. Creías tener toallas e implementos de higiene suficientes para todos, pero comprar otros para prevenir podría ser lo mejor. Quizás dar después indicaciones a las cocineras para las comidas de todos...
    De repente te percataste de un detalle importante. Necesitabas comprobar si esto afectó al juego de alguna u otra manera.

    Tras terminar tu desayuno, y con tus prioridades ya en mente, fuiste rumbo a tu oficina. Te estabas mentalizando la idea de no salir temprano de ella este día.

    Mientras te acercabas, escuchaste una conversación proveniente del cuarto. Con el mayor sigilo que pudiste, te acercaste hasta quedar frente a la puerta, tratando de descubrir a los responsables.

    — ¿Estás seguro de que no se ha dañado? —preguntó quien lograste identificar como Lyney.

    — Necesito confirmarlo. Dame solo unos segundos —respondió ahora Fréminet. El silencio permaneció unos cuantos segundos, antes de que volviera a hablar—. Prendió...

    — ¡Oh, nada mal, ese es mi hermanitos! —expresó Lyney con entusiasmo, mientras escuchaste un par de aplausos.

    ¿Estaban... Intentando prender tu computadora ? Oh no, no, no, y no. No podías permitir que accedieran a ese recóndito y sagrado lugar. Más allá de tu trabajo, el miedo de que encontraran los miles de fanarts que tenías de cada uno de ellos, y en todas las formas posibles, era simplemente algo que no ibas a permitir.
    Abriste la puerta con fuerza, haciendo que ambos chicos dieran un brinco ante el estruendo. Fréminet estaba sentado sobre la silla, mientras Lyney y, para la sorpresa de nadie, Lynette, estaban de pie a ambos lados del más joven. Los tres (aunque no estabas muy segura de Lynette) parecían sorprendidos de ser atrapados en el acto. Te acercaste al trío de hermanos con prisa, viendo que apenas estaban iniciando sesión.

    — Parece que estamos de suerte, pues nuestra encantadora anfitriona nos honra con su presencia —dijo Lyney, intentando disimular los nervios que pudiste vislumbrar momentos antes.

    — ¿Hmm? Podría decir lo mismo, esperaba de todo menos encontrar al Gran Mago Lyney junto a su ayudante y hermano en mi oficina—dijiste con diversión. Lyney esbozó una sonrisa, satisfecho por tu respuesta—, ¿Ocurrió algo que los haya traído hasta acá?

    — De hecho, queríamos decirte varias cosas —dijo Lyney, mientras sus hermanos asentían.

    — Muchas gracias por acogernos sin esperar nada a cambio —expresó Lynette con gratitud. Negaste con la cabeza.

    — Es lo menos que podría hacer por todos ustedes, son mis amigos después de todo—Les brindaste una sonrisa a los tres, antes de fijar tu vista en Fréminet—. Aunque tengo curiosidad de que los trajo exactamente hacia mi computadora.

Fuera de Teyvat [Genshin Impact X Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora