An Seiner Seite

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El clima estaba relajado esa tarde. Apenas había suficiente viento para mover las hojas de los árboles circundantes, y el sol era más piadoso que de costumbre. Nada más hacía falta desplegar una manta en el suelo para tener una agradable siesta en compañía de la naturaleza y, de ser posible, tu pareja.

Dos hombres aprovechaban las buenas vistas, sentados en el columpio para parejas que habían instalado en su patio trasero. Apenas cabían contiguos en el asiento, pues sus cuerpos entrenados para el combate no cedían ante la edad, manteniéndolos anchos y algo atléticos. Aun así, se complacían con la silenciosa compañía del otro, entrelazando sus manos y meciéndose como si estuvieran acunando a un bebé.

Simon escuchó un par de ronquidos a su lado, asumiendo que su esposo quedó rendido ante la siesta de la tarde.
Sintió un poco de envidia, dedicándole una de sus miradas severas al rostro relajado. Frunció más el ceño cuando le vio sonreír entre resoplidos.

Él nunca fue alguien que disfrutara de dormir demasiadas horas, e igualmente sus pesadillas le despertaban antes de que pudiera aniquilar el cansancio del todo, por eso le molestaba que sin importar cuanto viera, König parecía lograr lidiar con eso y dormir cada noche.
Ninguno de los dos la pasaba bien cuando el grandullón despertaba tirando gritos al techo, pero eso no quitaba que generalmente él dormía mejor.

El austriaco, sumido en la película que creaba su mente, no notó al agresor que se posaba en su frente y alistaba su fino aguijón para quitarle algo de sangre y causarle una roncha.

Ghost al instante acudió a su rescate, dándole un manotazo con suficiente fuerza para dejar la marca de su mano tatuada en la piel. Lastimosamente su velocidad de reacción había descendido con el pasar del tiempo y el maldito bicho logró escapar ileso.

König le miraba como si acabara de cagarse en su madre, frotando el área afectada para lidiar con la picazón que le dejó el impacto.

_ ¿Qué diablos fue eso Simon?_ Su tono áspero denotaba la rendición sobre volver a descansar.

_ Tenías un mosquito._ Casi sintió la vena de su cuello tensarse al escuchar un sarcástico murmullo de "Sí, claro". _ Te estoy diciendo la verdad.

El ex coronel le dedicó una corta mirada incrédula, estirándose hacia adelante. Él mismo se asustó al escuchar un crujido de sus huesos, volviendo a su posición y pasando un brazo por encima de los hombros de su esposo.

_ No es culpa mía que tengas insomnio.

Al fantasma le pareció que eso era una provocación intencional, pero decidió respirar hondo y calmarse para no tener un infarto, además de demostrar su madures al no darle cuerda a una discusión sin pies ni cabeza. _ Se estaba frotando las manos, planeaba algo.

El más alto escupió aire con una mueca burlesca en su rostro, golpeando su muslo mientras un corto ataque de risa le cortaba la respiración.
Se relajó con un par de lagrimitas a punto de escurrirse en sus mejillas, juntando su frente con el hombro contrario.

_ Ah... por eso me casé contigo.

Simon se mantuvo quieto, ladeando un poco su cabeza para apoyarla junto a la de su marido.

_ Por cierto, ¿con qué soñabas?

El rey le dedicó una sonrisa sin mirarle, soltando su mano para juguetear con el anillo presente en su dedo anular.

_ Supongo que recuerdas cuando me diste esto..._ Sus mejillas se ruborizaron y su sonrisa se ensanchó, mostrando toda la armonía y felicidad que guardaba ese objeto.

_... solo es un aro de metal, no tiene nada de especial._ Fingió que no le emocionaba recordar aquella lejana noche, cuando después de un buen revolcón en su despacho le pidió matrimonio apenas las cosas se calmaron, teniendo su luna de miel sin importarles que faltaban por firmar los papeles. Nunca supo si fue por prisas o la pasión del momento, pero fue la jodida mejor decisión de su vida.

_ Me hizo feliz..._ Confesó, ralentizando inconscientemente su respiración, dejando más de su peso sobre el otro cuerpo. _ Te amo.

_ Llevas como cuarenta años diciendo lo mismo._ Bromeó, sintiendo la relajación apropiarse de su ser.

_ Sí... deberías estar agradecido, viejo cascarrabias...

Simon se demoró un poco en responder, alegrándose de que el momento fuera así, y no abandonado en la cama de algún asilo.

_ Lo estoy.

König no respondió. No se movió. Nada.

El ex teniente comprendió que se le había adelantado, relajando su expresión, entrelazando nuevamente sus dedos.

_ Gracias por amarme.

El atardecer arrastró la luz clara a un tono más anaranjado, dándole el color de la vida a los amantes abrazados sobre el columpio doble.

Ninguno de los dos daba señales de recrearse con las vistas en el horizonte, pero al menos corrían libres, juntos.

Un día, dos vidas | Ghost x König |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora