VI

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Era el último día en ese país, y Sodo estaba decidido a pasar tiempo con Ifrit. Había disfrutado mucho de esos momentos de tranquilidad junto a él, y ahora se sentía un poco confundido sobre cómo debía sentirse ante la posibilidad de no volver a verlo.

Con un atuendo oscuro y el perfume que le había regalado Ifrit, Sodo se dirigió hacia el lobby del hotel. Ifrit lo había invitado a desayunar cerca de allí. Aunque llevaba su habitual seriedad, que le traía consigo esa melancolía que lo acompañaba, todo cambió cuando el ascensor se detuvo en un piso y escuchó esa voz que últimamente invadía sus pensamientos.

— Buenos días, Sodo — saludó Swiss. Las pupilas de el mencionado se dilataron, su corazón comenzó a latir más rápido y su cuerpo se quedó inmóvil.

— Buenos días, Swiss — respondió Sodo con timidez, manteniendo la vista baja. Estaban tan cerca y tan distantes a la vez. Swiss lo había estado ignorando últimamente, y ahora se encontraban solos en un lugar pequeño. Antes era peligroso, y ahora, igual.

— ¿Algún plan para hoy? — preguntó Swiss. Sodo finalmente levantó la vista, encontrándose los ojos del otro fijos en él.

— Sí, saldré un rato — respondió Sodo, algo trabado. — Ir a desayunar solo, un tiempo para mí, ya sabes — agregó, riendo un poco avergonzado.

— Me parece bien — dijo Swiss, sonriendo levemente y mirando hacia adelante. Los momentos entre ellos últimamente eran incómodos, por razones obvias. Pero esta era su primera conversación desde aquella discusión emocional. No podía desperdiciar esta oportunidad para intentar recuperar la amistad con Swiss.

— ¿Y tú adónde vas? — preguntó Sodo, tratando de sonar normal..

Swiss no se volteó, solo lo miró de reojo antes de responder, manteniendo su mirada hacia adelante.

— Voy a comprar algunas cosas para el bebé — contó, con la mano oculta en su cuello. — Al está bien, aunque está un poco asustado por lo poco que falta para que nazca, así que su humor está algo inestable.

Sodo se sintió frustrado repentinamente al recordar que Swiss iba a ser papá. Había olvidado por completo ese detalle, que ahora parecía estar a punto de materializarse. La idea lo aterraba, eso podía admitirlo, pero no lograba entenderlo del todo. Debería sentirse feliz, Swiss lo estaba, después de todo, merecía ser padre; al fin y al cabo, era lo que siempre había soñado.

Recordó aquel día, en los inicios de su aventura con Swiss, una de esas noches tan eróticas y placenteras. Una de esas noches donde sus cuerpos se entrelazaron con pasión, donde Swiss lo abrazaba con fuerza mientras disfrutaban del éxtasis. Swiss lo arrullaba en su pecho después de esos momentos, y Sodo se dejaba mimar sin pensar mucho en ello. Hasta el día de hoy, no entendía cómo había podido dejarse llevar así.

— A ver, rápido — llamó la atención de Sodo — ¿Algún sueño que quieras cumplir? — preguntó. Sodo empezó a reflexionar sobre eso, cuestionando qué deseos tenía realmente.

— Ser músico era mi sueño, creo, así que ya está — respondió, volviendo a delinear el abdomen de Swiss con los dedos. — ¿Y tú?

— Hmm... — empezó a pensar, mientras acariciaba en movimientos coordinados el cabello castaño — Tal vez tener una familia.

Sodo detuvo sus dedos al escuchar esa respuesta, sintiendo cómo su corazón se detenía por un momento. Experimentó un ardor familiar, ese miedo y confusión que le resultaban tan comunes en ese entonces. En ese momento, entendía esas reacciones mucho menos que ahora. Pero la respuesta de Swiss lo tomó por sorpresa, aunque no lograba identificar exactamente por qué se sintió tan sorprendido, ni por qué experimentó una sensación de culpa.

Menos es más (Swissxsodo Omergaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora