XIV

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Las palabras habían salido de su boca como un susurro más, casi inconsciente. Al darse cuenta de lo que había dicho, a punto de detener su movimiento agresivo, sosteniendo la espalda del pelinegro, quien se encontraba arrodillado boca abajo, un gemido resonó en la habitación. Aun así, se detuvo un momento, queriendo disculparse, totalmente avergonzado por sus palabras. Se sentía tonto, se había sumido tanto en ese sueño que había olvidado por completo lo que estaba haciendo con Phantom. Pero para su sorpresa, este último lo interrumpió con un movimiento de sus caderas.

Se impulsaba un poco hacia atrás, pidiendo a Swiss que continuara, mientras sus jadeos eran constantes. Swiss no pudo evitar sentirse confundido, pensaba que el menor lo había escuchado. Pero ese movimiento, que seguía pidiendo atención, decía lo contrario. Entonces, con su mente desconcertada, complació sus deseos. No podía dejar pasar esta oportunidad de evitar problemas con él. Dejando un rato más de placer para Phantom, pero solo para él, porque Swiss ahora mucho menos lo disfrutaba. Solo se concentraba en que el menor terminara, para poder dejar el tema en paz. Pues ese pensamiento que había provocado esto, había desaparecido.

Mientras Swiss parecía tener suerte con la aparente distracción de Phantom, Sodo no tenía la misma suerte. En cuanto esas palabras salieron de su boca, Ifrit se quedó estático, mirándolo fijamente con un claro enojo. Los ojos de Sodo se abrieron tanto por la sorpresa que llevó sus manos a la boca, incapaz de aceptar lo que acababa de decir. Al tratar de enmendar su error, asustado por la reacción del mayor, este se quitó de encima y se levantó de la cama. Bufó con molestia y empezó a reírse, incrédulo de lo sucedido, mientras Sodo lo miraba totalmente avergonzado.

— Ifrit, perdóname. No sé por qué dije eso — dijo desde la cama, cubriéndose con las sábanas. El mayor continuó dándole la espalda, sin decir una palabra. — Fue una estupidez por mi parte, no volverá a ocurrir.

Pero Ifrit permanecía en silencio, dejando que el aire denso de la habitación se cargara con una tensión cada vez más pesada. Sodo sintió un nudo en la garganta mientras esperaba alguna respuesta, cualquier señal de que Ifrit aceptara su disculpa. Pero no hubo más que un silencio helado que parecía aplastarlo.

— Será mejor que me vaya. Veo que tú no me quieres a mí — se volteó hacia el menor, con los ojos algo cristalizados. — Yo sé que te lastimé ayer, pero pensé que me querías, como yo te quiero a ti.

Sodo sintió un dolor punzante en el pecho al escuchar esas palabras. El miedo comenzaba a hacerse presente, retorciéndose en su estómago, ahogándolo en un mar de ansiedad y desesperación. No podía permitir que Ifrit se alejara, no podía soportar perder esa conexión, esa luz en medio de su oscuridad.

— Ifrit...

Pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire, ahogadas por el peso de su propio miedo. Ifrit se alejaba cada vez más, y Sodo sentía que se hundía en un abismo sin fondo.

— No, está bien. Tú al parecer no sabes querer a nadie y lo entiendo. Pero es que yo te quiero tanto, demasiado, por eso te di tu espacio y tú lo sabes — continuó, tomando una toalla para cubrirse y caminando hacia el baño. — Parece que nadie es suficiente para ti.

Las lágrimas comenzaron a emerger en los ojos de Sodo, pero las reprimió con fuerza, negándose a mostrar su debilidad frente a Ifrit. 

— No, Ifrit, no digas eso — pidió, tratando de no sonar desesperado.

Pero la verdad era que se sentía así. El miedo comenzaba a apoderarse de él. No quería soltar a Ifrit, su refugio de todos los pensamientos melancólicos, estresantes y consumidores. Era su única salida de su cruel realidad, la realidad donde no tenía lo que quería. Y ahora temía el abandono de todo eso. Él no caería tan bajo como para rogar, pero haría lo que fuera por no perderlo. Así que se acercó a Ifrit, llevando las sábanas para subirse, y lo abrazó por detrás.

Menos es más (Swissxsodo Omergaverse)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant