Cap-19

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"¿Tarde?"

Nuestros cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, mientras el tiempo parecía detenerse a nuestro alrededor. Cada caricia, cada susurro, era un recordatorio del deseo y la devoción que compartíamos en secreto. Entre susurros y risas, explorábamos los rincones más profundos de nuestro ser, sin miedo a ser descubiertas.

"¿Sabes qué, Lydia?", dije entre risas, rompiendo el breve silencio que se había formado entre nosotras.

"¿Qué, mi dulce Megan?", respondió con una sonrisa juguetona, sus ojos brillando con complicidad.

"Creo que eres mi mayor debilidad", admití, con una mezcla de ternura y picardía.

Ella acarició mi mejilla con suavidad, sus labios curvándose en una sonrisa traviesa. "Y tú eres mi más dulce tentación", susurró, antes de volver a besarme con pasión desenfrenada.

Entre risas y caricias, nos perdimos el uno en el otro, conscientes de que este momento era solo nuestro, un oasis de intimidad en medio del caos del mundo exterior. Y aunque sabíamos que el camino por delante estaría lleno de desafíos y obstáculos, también sabíamos que juntas podríamos enfrentar cualquier cosa que se interpusiera en nuestro camino.

Nuestros labios se separaron solo por un instante, pero el deseo ardiente que compartíamos seguía encendido en nuestros corazones. Nos miramos con complicidad, entendiendo sin necesidad de palabras el lazo profundo que nos unía. En ese momento, éramos dos almas que se habían encontrado en medio de la oscuridad y habían encontrado la luz el uno en el otro.

"¿Qué tal si nos olvidamos del mundo por un rato más?", propuso Lydia con una sonrisa pícara, su voz cargada de promesas tentadoras.

Asentí con una sonrisa traviesa, dejándome llevar por la emoción del momento. No necesitábamos explicaciones ni justificaciones; lo único que importaba era el aquí y el ahora, y estábamos decididas a disfrutarlo al máximo.

Nos sumergimos de nuevo en un mar de caricias y besos, explorando cada rincón de nuestros cuerpos con una pasión desenfrenada. El tiempo pasaba volando, pero para nosotras, cada segundo era una eternidad de placer compartido.

Entre risas y susurros, nos perdimos el uno en el otro una y otra vez, saboreando cada momento como si fuera el último. Y aunque sabíamos que eventualmente tendríamos que regresar al mundo exterior, por ahora, nos bastaba con estar juntas, compartiendo este precioso momento de conexión y amor.

Nos sumergimos en un juego de complicidad y deseo, explorando nuevas dimensiones de intimidad que solo podíamos encontrar en los brazos una de la otra. Cada roce, cada susurro, nos recordaba la fuerza de nuestra conexión, haciéndonos sentir vivas y libres de preocupaciones.

Entre risas y caricias, compartimos secretos y sueños, revelándonos el uno al otro de una manera que solo los amantes pueden entender. Había una magia en el aire, una energía vibrante que nos envolvía y nos hacía sentir invencibles.

Pero incluso en medio de la pasión desenfrenada, había un anhelo latente en nuestros corazones. Sabíamos que este momento de éxtasis eventualmente llegaría a su fin, y tendríamos que volver a enfrentar la realidad que nos rodeaba.

Sin embargo, por ahora, nos aferrábamos a este oasis de felicidad con todas nuestras fuerzas, prometiéndonos el uno al otro que este momento sería eterno en nuestros recuerdos. Porque en este pequeño rincón del mundo, éramos libres de ser quienes éramos, libres de amar sin restricciones ni juicios.

Y así, entre susurros de amor y promesas susurradas al oído, nos sumergimos en un mundo de pasión y deseo, donde solo existíamos ella y yo, unidos en un vínculo indisoluble que nada ni nadie podría romper.

my brother's best friend Donde viven las historias. Descúbrelo ahora