Capítulo trece.

4K 421 543
                                    

“Realidad”

— Sabes, Barthemius —empezó Harry, escueto, reposando tranquilo en el sillón del “profesor”, su tobillo apoyado holgadamente sobre su propia rodilla—, para ser un mortifago que lucho en una guerra y pregona ser un asesino osado, eres bastante idiota. 

—Y no por correr a mí — dijo Draco, lacónico—, y básicamente decirme en la cara que eras un mortifago, sino por caer tan fácil en la mentira de Harry.

— ¿De qué hablas, mocoso?

— Lo obtusos que son es hilarante. —suspiró Potter, mirando con aburrimiento a Crouch jr, su cabeza apoyada en su mano. Su otra mano hacía girar rítmicamente su varita—. ¿Creen que los únicos con contactos infames son ustedes? Tenemos gente en todo el mundo mágico.

Pretencioso. Draco lo quería besar.

—Si creías que tu búsqueda de información sobre el retiro de Moody iba a pasar por irrelevante o algo así, lamento ser quien trae las malas noticias…

—No puedo creer que te hayas comido eso. Uno creería que sabes cómo detectar una mentira, pero te sobre estimamos si pensamos eso, ¿no? —se mofó Harry, suspirando con dramatismo.

—¿Estás diciendo…?

—Quiere decir —siseó Draco, parado tras del mortifago, su varita presionada directamente en la nuca del tipo— que eres más imbécil de lo que te dan crédito. ¿Cómo pudiste creer que desplazaron a Moody de su cargo, desecho de neuronas? ¡Era una mentira tan obvia, por Merlín! El ministerio nunca perdería carne de cañón por voluntad propia.

—Fue una carnada, y picaste tan fácilmente. —Harry sonrió—. Solo quería confirmar que eras un impostor, por si llegábamos a cazar a alguien por equivocación. 

Barthemius apretó los dientes. Estaba de rodillas ante dos niños. Presumiblemente novatos, pero aún así con la capacidad de acorralarlo y someterlo. 

No podía ver al niño Malfoy, pero sentía su presencia como un yunque que le aplastaba la espalda, acometido a doblegarlo y mantenerlo de rodillas ante Potter (de todas las personas, ante el enemigo de su señor).

Quizás se había equivocado. No parecía ser el traidor que Barty esperaba.

Y ahí estaba el niño de catorce años, cómodamente acomodado en su sillón de caoba, sonriente y tranquilo, mirándolo desde arriba con ojos gélidos pero titilantes de diversión siniestra.

No era nada de lo que se dijo durante esos meses. Barty no veía a un pobre borrego caminando hacia el lobo. 

Veía a una bestia dormida en esos ojos mortales.

Este no era un niño común al que su señor se estaba enfrentando. Ellos esperaban un contrincante tonto y manso que no supiera dónde pesaban sus falencias y dónde terminaban sus virtudes. Una inocencia y confianza fáciles de aprovechar.

Tenía que advertirle-

—Esta información no saldrá de aquí, Barty, ¿Lo sabes, no es así? —susurró Malfoy, y por primera vez en décadas, su sangre se heló por completo.

Potter sonrió.

Si la maldad o el diablo pudieran tomar la forma de un humano, Barthemius apostaría a que se vería así. En tonos negros tan profundos como el abismo y ojos de un verde mortífero. 

Harry Potter era una señal de mal augurio. Una señal de muerte 

— Quizás tú tampoco vuelvas a salir de este lugar. 

Go back in time: Cuarto año.Where stories live. Discover now