XIX

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Lena se quedo mirando por un momento a la mujercita que se atrevía a decirle miedosa, su mirada verde brillo perversa, se acercó y comenzó a bajar el cierre

El contacto de sus dedos con la suave piel de Kara despertó su sistema por años dormido, follaba con Helena pero era solo sexo, lo que en estos momentos sentía era un intenso deseo por la madre de sus hijos

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El contacto de sus dedos con la suave piel de Kara despertó su sistema por años dormido, follaba con Helena pero era solo sexo, lo que en estos momentos sentía era un intenso deseo por la madre de sus hijos.

— Eres muy valiente al pedirme que te quite el vestido, eres mi esposa ahora, tú me provocaste, no te acobardes después porque no daré marcha atrás.

Kara al sentir los dedos en su piel y habiendo pasado tantos años sin hacer el amor, todo su cuerpo se estremeció.

Lena comenzó a besar el cuello de Kara, sus besos eran húmedos, lo que le hacía gemir casi inaudiblemente, pero Lena podia escucharla.

Los senos de Kara quedaron descubiertos, ella solo llevaba puestas ya unas pequeñas bragas y las medias blancas hasta los muslos, el vestido había caído a sus pies, Lena la llevo cargada hasta la cama, la depósito en ella quedando viendo el exquisito cuerpo de ahora su esposa.

Lena, comenzó a desvestirse, era su noche de bodas, tomaria a su mujer y la aria suya, Lena tocó las piernas de Kara, quitando sus zapatillas y bajando las medias lentamente, aquella noche cuando concibieron a sus hijos disfruto de hacerle el amor, pero está noche la iba a devorar.

Kara recibió a la mujer con un beso apasionado, ninguna de las dos quería separarse, ella sentía la dura polla de Lena en su vientre, pero extrañamente no se sentía nerviosa, se sentía deseosa de ser tomada, no sabía si era la champaña que corría por su sistema o la atractiva mujer que la tenía hechizada por sus besos y caricias.

Lena bajo las bragas de Kara le estaban estorbando para hacer lo que quería, se posiciono entre sus piernas y se enterró en ella arrancando de la garganta de su mujer un jadeo, estaba tan mojada para ella, pero no había tenido intimidad con nadie mas, Kara sintió un poco de dolor

— Estás tan apretada, jodidamente apretada, ¿Te duele? Bésame, te ayudara a que pase el dolor y se convierta en placer

— Kara se aferró a los labios de Lena, la CEO movía sus caderas para meterse muy profundo en su mujer mientras ahogaba sus gemidos con sus besos.

Kara gemía y gritaba cada vez que Lena la embestia, eso creaba que la excitación de Lena aumentara, la CEO sintió como las paredes del interior de su mujer se contrajeron avisándole asi de que su orgasmo venía.

Seguida de Kara, Lena se corrió dentro de ella, fue una delicia sentir los espasmos en lo profundo de la intimidad de su esposa, Kara la hizo derramarse, ella jadeo mordisqueando el hombro de su mujer sin llegar a lastimarla, sus corazones estaban a todo galope.

Después de descansar un poco Lena llevo a Kara al cuarto de baño para lavarla, pudo ver en el agua un poco de sangre, ella era prácticamente virgen solo ella la había tomado y eso había sido exactamente hace casi seis años, Kara la miraba mientras Lena la enjabonaba

Kara pudo apreciar el sexi cuerpo de su ahora esposa, era endiabladamente sensual y atractiva, temio caer poseída bajo su hechizo por que Lena Luthor la odiaba.

— Apaga tu mente, no pienses en nada, solo disfruta está noche

La atrevida mujer se inco en una rodilla puso uno de de los pies de Kara encima de su pierna comenzando a besarla ella se tensó y quiso quitarla pero el agarre Lena no se lo permitió, su lengua buscó hasta encontrar el botón de placer de su esposa

La tibia y húmeda lengua de Lena hizo a Kara estremecer de placer, su traicionero cuerpo reaccionaba como un poseso ante el toque y las caricias subidas de tono que Lena le hacia

Kara se vio entrelazando los dedos en el cabello de Lena mientras la aferraba en ella, la estaba llevando a la gloria y no quería que parara, Lena la veía como su bello rostro estaba perdido de placer, su cuerpo temblaba cada vez que ella tocaba su intimidad con su lengua, Kara era tan ardiente.

Entre gritos de placer la Kara se corrió en la boca de Lena, ella lamió todos sus jugos para luego voltear de espaldas a ella y pegar sus redondos senos en las baldosas, le separó las piernas y acomodo la punta de su bien  dotado pene en la vagina de Kara, empujando despacito hasta estar en su interior.

Lena sentia como la carne le atrapaba la polla, busco los labios de Kara, necesitaba sentirlos, la estaba embistiendo despacio, quería disfrutarla al máximo, sus manos estaban en los rosados pezones de Kara, ella se mojó de nuevo sintiendo como elevaba su excitación con sus besos.

La mujer la hizo llegar al clímax de nuevo, después llegó ella susurrándole al oído

— Eres exquisita, tan adictiva, tu coño es el paraíso — Lena nunca había estado tan satisfecha en el sexo nunca antes, solo con Kara cómo lo estuvo aquella vez que la encontró en su habitación

Kara todavía temblaba y jadeaba por el orgasmo que le había dado, Lena sonrió complacida, su mujer estaba  justo donde toda persona casada quería tener a su cónyuge, loca por ellos, el problema aquí era que Lena estaba quedando loca por su esposa.

Lena seco a su mujer y la llevo de nuevo a la recamara, ella la recostó para dejarla descansar, se acostó a su lado y las cubrió  con una delgada y suave sabana, estaba a punto de dormirse cuando sintió qué Kara buscaba entre sus piernas, su miembro estaba dormido no creí que fuera a despertar, además pensó que la mujer se quedaría dormida.

El miembro de Lena reacciono a las manos de Kara, ella llevaba sus manos de arriba a bajo, hasta que consiguió que el líquido preseminal de la polla de Lena  saliera, estaba tan deseosa de volver a estar en el interior de la atrevida mujer que la tomo con fuerza para subirla a horcajadas sobre ella haciendo que la montará.

Las manos de Lena marcaban el ritmo mientras que la soltaba para tomar sus redondos senos y meterlos en su boca, podía sentir que cuando lo chupaba los pezones de su mujer, ella se retorcía de placer y buscaba que su polla se enterrara más en su interior, la noche estaba candente, ella era un vulcan ardiente y Kara la brasa que necesita para quemar todo a su paso.

En su explosivo orgasmo de ambas a la vez, fue que terminó la ardiente noche de sexo y entrega, Kara cayó exhausta en el pecho Lena, mientras ella la abrazaba totalmente satisfecha de su delicioso cuerpo.

— Duerme pequeña, esto ha sido demasiado para ti... Y una noche extraordinaria para mí.

 Y una noche extraordinaria para mí

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Amor a segunda vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora