❝ Capitulo Diez ❞

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Jimin encontró imposible dormir.

La noche anterior, el whisky y sus emociones abrumadoras lo habían dejado demasiado cansado para nada más. Esta noche, su cuerpo crepitaba con energía no utilizada y deseo frustrado.

Cada vez que cerraba sus ojos, pensaba en la boca de Yoongi en él.

Ahí.

Por ese único momento caliente, se había sentido bien. Más que bien.
Una sacudida de felicidad lo había atravesado. Todavía la sentía persistiendo en la planta de los pies y en la coyuntura de sus muslos.

¿Querría que un hombre pusiera su boca en él?

¿Ahí?

Los humanos tienen más imaginación que las langostas, había dicho. Y aun así Jimin —que era humano la última vez que lo comprobó— no podía doblar su imaginación tan lejos. Por supuesto, podría haber tenido una idea mejor si hubiera visto todo de él desnudo.

Se giró hacia un lado y se retorció más cerca al borde de la cama ignorando su jergón en el suelo. El marco de la cama crujió. Se congeló por un momento. Y cuando no escuchó nada excepto su respiración uniforme, se deslizó incluso más cerca, hasta que pudo echarle un vistazo.

El débil brillo del fuego encendido reveló su figura lentamente. Estaba acostado de costado, solo parcialmente cubierto por su abierto tartán fino. Su espalda estaba hacia él. En la luz del fuego, se veía fundido en bronce. Excepto que el bronce no se movía, y su espalda parecía estar… ¿convulsionando?

Al principio pensó que era un mero truco de la luz. Luego tuvo el repentino pensamiento mortificante de que estaba despierto y riéndose de él. Pero después de parpadear unas cuantas veces, entendió lo que estaba pasando.

Estaba temblando.

—Yoongi —susurró.

Sin respuesta.

Silenciosamente bajó sus pies al suelo y se deslizó para sentarse a su lado.

»¿Yoongi?

Puso un ligero toque en su hombre. No tenía fiebre. Al contrario, su piel estaba fría como el hielo. Su cuerpo entero era atormentado con temblores, y parecía estar murmurando algo en su sueño. Se inclinó más cerca para escuchar. Lo que sea que estuviera diciendo, parecía ser en gaélico. La misma palabra, una y otra vez.

¿Nah--tray--me?

A juzgar por lo brutal que estaba temblando, si tuviera que hacer una conjetura, supondría que nah--tray--me quería decir “frío” o “hielo” o quizás “mira, un pingüino alucinatorio”.

Oh, Yoongi.

Dado que sus intentos para despertarlo no habían funcionado, Jimin volvió su atención a calentarlo en cambio. Jaló la pesada colcha de la cama. Luego se acostó detrás de él, atrayendo la colcha sobre ambos.

Apoyando su cabeza en una mano, dibujó caricias relajantes sobre las líneas de sus hombros, cuello, y espalda. Hizo suaves sonidos de shh. Él no se despertó, pero eventualmente sus temblores comenzaron a disminuir. La tensión en sus músculos se desenrolló, y su cuerpo se relajó contra el de él. Piel contra piel. La esencia jabonosa masculina de él llenó sus sentidos.

Su corazón se hinchó. Ternura se expandió en su pecho como una espiral de humo, expandiéndose e impregnando su cuerpo entero.

Yo no me acurruco, había dicho él.

Acarició los suaves cabellos recortados en la base de su cuello, sonriendo secretamente para sí mismo. Quizás él no se acurrucaba, pero él lo hacía. Era excelente en ello, aparentemente.

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