Reglas rotas

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Sanemi salió victorioso, tomando al omega como trofeo llevándoselo lejos hacia su finca donde nadie se molestaría en buscarlo.

Tomando a Giyuu por su cintura, como un costal en sus hombros y peso liviano, llego a su finca dejando a su bello doncel delicadamente en el suelo para dejarlo encerrado junto a él.

Querían saber el secreto de un años y seis meses. Abstinencia.
Se controlo muy bien en esos momentos de necesidad, donde su biología le quería jugar en contra en malos momentos.

—Omega... Me evitaste luego de tanto tiempo sin verte —lo acorralo mirándolo con sus brillantes ojos ansiosos de poseer de nuevo a su omega.

—... Shinazugawa... —intento articular una oración, estaba nervioso, asustado y ansioso. Su corazón latía rápido sin permitirle respirar con naturalidad y calma; el aroma del alfa estaba drogando lo de momento.

—Omega, bonito —toco su abdomen bajando a su viente —Me sorprende que no hubieras quedado preñado, no importa pronto vamos a engendrarlos —besaba las mejillas pálidas aun tocando su vientre presionando sus músculos marcados.

Hiba a cambiar para bien, le daría a su omega lo que se merece, su destinado es solo suyo y nadie más podría cerco o poseerlo. Además, el no había hecho nada malo, era alguien tan puro y bueno que le perdonaría todo o bueno penas va cambiando su mentalidad, pero cambiaría.

—... Ou... —se mordió la lengua, intentando no llorar y romperse ante los brazos de su alfa y decirle que había perdido a su hijo.... Lo abandonaría por ser alguien inútil, no quería perder a aquel que antes lo miraba feo y ahora decía cosas bonitas.

—Quiero mostrarte algo —dejo libre al omega para ir por el kimono, tan bello y tan bien doblado para entregárselo a su futuro esposo. Estaba pensando en grandes, después de todo es us destinado, lo único que arruinaría su futuro sería la muerte.

Mostrándole al omega ese kimono tan bello.

"¿El me lo está dando?"

Apretó sus labios, mordiéndose la legua mirando esa bella vestimenta. Estaba feliz, pero al igual se sentía aun peor, su alfa quería cortejarlo de buena manera, estar juntos y morir juntos.... Una familia... Cachorros.

—¿Te gusta? —se acerco casi ronroneando, abrazando su cintura dejando la cabeza del morocho enterrado en su cuello —hueles más amargo todavía —se quejo en voz baja, el omega solía ser un poco más dulce en ese aspecto pero no había ningún gramo de dulzura.

—Shinazugawa, yo... Me gustó.... —se aferro a él, tenía que decirle, temia que....

—¿Por que sigues amargo? —dejo salir sus feromonas, rodeando por completo al omega haciendo que temblase asustado.

—Y-yo.... Perdí al bebé —apreto la ropa del albino, no queriendo que se apartaste ningún segundo ni por inercia del impacto. Aunque su olor fuera para acoplarlo no dejara que se vaya.

El alfa quedo impactado. Pensó que no había quedado preñado, por que si así fuera el omega le hubiera mostrado con felicidad a su primer cachorro. Gruñó fatigado, no podía culparlo por la pérdida no estaba el ahí, estaban separados por las distancias, tenía que ser comprensivo aun qué le doliese esa noticia tenía que abrazar a su doncel.

—No te preocupes, Tomioka, no me tenías a tu lado y yo no te tenía a mi lado —levantó el rostro de Giyuu, dándole besos en la mejilla y acariciarlo, de que servía enojarse por eso, no puede tocar a otro omega y su omega no puede tocar a otro alfa.

"No soy como el"

—Nunca haces nada malo, eres valiente, bello y talentoso... Correcto con tu trabajo. No debes culparte por aquellos momentos en los que no podías hacer nada —apreto el cuerpo tembloroso en sus brazos besando sus pómulos, nariz y labios.

Viento FuerteWhere stories live. Discover now