El ruego de los condenados.

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Abse, por favor, no nos abandones.

Abse, no queremos desaparecer.

(Manifiestan desdicha y rencor en el tribunal de la injusticia de los impolutos las almas carentes de beatitud, valía y rostro).

(Rebosan de dicha los santos togados, adorados y sacralizados por imprecar e imponer desgracia y miseria).

(Ciegamente venerados por los mismos a los que han sentenciado).

Cavernas mortuorias, tierras fúnebres, tanatorios olvidados: somos el nítido reflejo de nuestras tumbas innombradas.

Justicieros seráficos, carniceros infernales, los vástagos execrados a respirar como aberraciones: todos son cómplices de la más cruda verdad.

Exiguos de pudor y piedad, los hilos sellaron nuestro destino al dictar un renglón de nuestra condena:

Congénito de los macilentos: que el sufrimiento solo nazca de la esperanza.

(Agua sanguínea, dueña de nuestra sed).

(Carroña putrefacta, anhelada por nuestros ancestros).

(Eso fue todo lo que conocimos los que jamás vimos el cielo: los huérfanos ingenitos olvidados por las mariposas y tulipanes).

Abse, por favor, sálvame. (Te necesitamos).

Abse, por favor, quiéreme. (Te perdonamos).

Abse, por favor, recuérdame. (Te añoramos).

(Siempre te amaremos).

Por favor, no queremos ser uno más.

Escritos de Lych.Where stories live. Discover now