Hijos del vacío.

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Engendrado por el desinterés y la apatía del probo ego, apartado de la calidez de una progenitora insidiosa.

Recibió con prematura reticencia la cuna de zarzas y espinas incrustadas en su meritada inocencia.

Nacido para corroerse, la madre decidió que su confort fuera el hambre.

Que su único aprecio fuera el añoro a un derecho arrebatado.

Carroña, sangre.

Tierra, heces.

Uñas, muelas.

Pezuñas, cuernos.

Insania, vesania.

Terror, desprecio.

Nostalgia, esperanza.

Desilusión, rencor.

Sanguíneos, hermanos.

Deseo, amor.

Bienestar, gracia.

Decepción, resignación.

Dolor, desdicha.

Realización, aceptación.

¿Quién somos para renegar de nuestra piadosa designación?

"Rabia", pronunció la piel desgarrada del vástago por las cadenas del orden divino.

¿Qué podía objetar si esa es su creación? ¿Su sinuoso infortunio?

"Soportaremos", resignaron sus lágrimas en condescendencia hacia él: la prolongada infancia reclamó mucho más que su voz.

Carne, alma.

Destrozada, mancillada.

Sueños, amores.

Pisoteados, enterrados.

Nombres, rostros.

Innombrados, olvidados.

Hogar, familia.

Cremados en las venas de Khanagor.

Amparados por la frivolidad de Deresil.

Enterrados en los tendones de Verforet.

Crucificados en los huesos de Gorazin.

Rechazados por el linaje de un padre.

Martirizados por el delirio de una madre.

Concebidos por la soberbia de un sepulcro.

Abrazados por la tragedia de nacer en nuestra tumba.

Agráciese con entender el peso de las palabras.

Véase consciente del valor de su existencia.

Permítase su único derecho: juzgar, libre de sus hilos, su propósito.

"¡Abandonados por la impostora que robó nuestra dicha!".

Así se engañó. Fue su único consuelo ante la verdad que amamantó a su cuerpo y ánima.

"Aguardaremos por justicia": la hermosa ilusión que impusieron sobre la angustia... por más ingénita a su alma que sea.

"Dejamos de ser hijos, dejamos de ser obras, para tornarnos desgracia.

El caparazón, usurpador de nuestro rostro, al fin te has roto.

Ignorancia y consuelo al creer que éramos seres, cuando ni como errores nacimos.

Pues somos perfectos: no será así a los ojos de la inocencia; ello lo rectifica.

Escritos de Lych.Where stories live. Discover now