OCHO

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Los siguientes días, Chaff logra hacerse de otras oportunidades para irme contando más sobre lo que se trae entre manos, y descubro que no es algo en lo que sólo nosotros estemos involucrados: me asegura que hay muchas personas en el Capitolio en pro de esta conspiración, y también de otros Distritos, como Haymitch Abernathy; entiendo entonces por qué se acercó aquella vez tan insistente en que nos presentáramos con sus tributos. Y en cuanto a la gente del Capitolio, me cuenta sobre rebeldes infiltrados en diversas áreas, lo cual no me sorprende mucho porque lo considero necesario para llevar a cabo todo esto. Lo que sí me toma por sorpresa, es enterarme que la mente maestra detrás de todo no es nadie más que Plutarch Heavensbee, uno de los Vigilantes que este año en especial ascendieron a Vigilante Jefe. Durante mi prueba individual, no puedo evitar mirarlo diferente, sabiendo que está liderando una conspiración contra el Capitolio, contra los juegos, lo que justo ahora dirige.

El hombre parece tener relación con el Distrito 13 (enterarme de su existencia después de que supuestamente los redujeron a cenizas es por mucho el golpe más duro), quienes fueron la cabeza de la primera rebelión que ocurrió en Panem, la que nos dió a los Juegos del Hambre como castigo. Tiene sentido que sean los primeros interesados en volver a atacar al Capitolio. La diferencia es que en esta ocasión hay, por mucho, más apoyo de los Distritos. Chaff me confirma aquello a lo que Lea nunca me respondió: sí hubo un levantamiento en el Distrito 8; fue el primer Distrito en hacerlo, y hay otros más que también se han unido ya a la rebelión. Pregunto por el 11, claramente, pero me responde que no tiene noticias, a lo que decido creerle porque, después de todo, también es su hogar y el de las personas que ama. Pero no me logra tranquilizar, porque pienso que si no hay noticias es quizás porque nadie ha podido compartírselas, y las razones que me imagino no son para nada agradables.

—¿3, 7, 8 y 11? —le pregunto a Chaff cuando termina de contarme, días antes de las entrevistas. 

Estamos en la terraza de nuestro apartamento, donde hay una fuente muy ruidosa. Nos sentamos en la orilla de piedra, y el movimiento del agua es el aliado perfecto para nuestra discreción. Cualquiera que nos atrapara, pensaría que es una plática común entre mentor y tributos sobre los juegos.

Chaff asiente.

—Entre otros —me confirma Rhys (sí, al parecer él se enteró de todo antes que yo, e imagino que fue en aquella ocasión después del desfile).

—¿Y todos están de acuerdo en...?

Fuera del Capitolio, está el tema de los levantamientos; dentro, estamos los vencedores, y es buen número los que apoyamos la causa. La misión es lograr que Katniss Everdeen salga con vida y sea enviada al Distrito 13, donde la convertirán en la cara de la rebelión.

Cueste lo que cueste.

No termino la pregunta precisamente por eso, y también para evitar decir de más.

—Pues... si la situación lo requiere —responde el mentor.

Volteo a ver a Rhys. También se muestra ciertamente incómodo, pero decidido. Esa es la diferencia entre nosotros ahora mismo: él ya está dispuesto a sacrificar su vida, yo todavía estoy meditándolo.

Dirijo mi atención hacia la fuente, hacia los pequeños peces dorados que nadan libremente en ella, dejando que sus palabras resuenen en mi cabeza. La idea de ser parte de algo tan monumental es abrumadora. Pienso en los levantamientos en los Distritos, en el Capitolio, en Katniss como el símbolo de la rebelión. Mi mente da vueltas.

—Hay algo que no logro comprender todavía —articulo las palabras al tiempo en que el pensamiento cruza mi cabeza—. ¿Por qué yo? —miro a Chaff—. ¿Por qué confían en que seré de ayuda para que todo salga bien?

BORN TO DIE | finnick odairWhere stories live. Discover now