Capítulo 3: Las hierbas, la niña y la puerta mágica

22 6 0
                                    



ANÓNIMO

Últimamente, todo está muy tenso. La gente lo sospecha. Puede que no haya sido demasiado precavido o igual lo he hecho a posta. Quiero decir, tal vez, necesitemos un cambio en la sociedad y haya promulgado por donde no debía la verdad. No me arrepiento, probablemente acabe muerto, pero vale la pena intentarlo o eso creo. Tampoco sé qué pasará si llegara ocurrir, igual toda esa responsabilidad cae en mí y no me apetece.

Quiero ser libre, vivir en paz, tener un hogar y no ser una cara conocida; a poder ser, mudarme de reino.

Estoy leyendo un libro de medicina, me resulta impactante los avances que han ido ocurriendo a lo largo de las décadas. He estado presente en varias y cada día me sorprendo más. Normalmente suelo leer este tipo de libros, ya que me gusta colaborar en el hospital del pueblo. Allí hay mucha gente necesitada y al haber mucho aforo, varios pacientes se quedan sin ser atendidos y en terribles condiciones. Por ahora solo somos cinco voluntarios - sin contar a los médicos y enfermeros -.

A mis padres no les gusta mucho la idea, puesto que puedo coger alguna enfermedad y eso sería un grave problema. Pero, allí es el único sitio donde puedo hacer mis prácticas, porque mis profesores me dan asignaturas de letras como por ejemplo latín, oratoria, historia, filosofía.... y algo de física. Pero mi mundo es la medicina.

Qué irónico.

Me levanto del sillón y me dirijo a mi habitación. Mi lugar seguro.

Siempre me ha encantado, la habitación es enorme con una cama de matrimonio y un ventanal casi más largo que yo. Las mesitas de noche están llenas de montones de libros y algún que otro informe. Mi armario tiene una colorimetría de diversos colores, pero suelo usar los azules marinos, según mi estilista son los que mejor me quedan debido a mi color de pelo marrón claro. Honestamente, todos los colores me quedan genial incluso cuando mis ojos cambian de color.

En este caso, para el baile, tengo pensado ponerme un traje negro porque no tengo ganas de asistir, pero fue mi idea así que estoy obligado. Genial.

Dejo el libro en uno de los montones que hay en las mesitas - mi sirviente me va a matar. - para leerlo después y decido salir a la calle.

Por norma, algunos guardias me deben seguir para vigilarme y saber que no me voy a fugar o tirarme al mar. Vale sí, alguna vez estuve a punto. Pero eso es agua pasada.

Suelto un suspiro y llego hasta una tienda de especias y alimentos. Me detengo a mirar unas hierbas que suelen usarse como calmantes y noto como uno de los guardias se tensa.

-Mi señor, ¿qué hará con eso? - Pregunta, le observo fijamente mientras le dedico una sonrisa maliciosa.

- Bueno, tenía pensado ponértelo en la sopa y de esa forma, matarte. - Respondo tranquilamente y a la vez, el guardia cambia su color carmesí de la cara a pálido. Al ver su reacción, comienzo a soltar unas cuantas carcajadas muy notorias y llamo un poco la atención, tanto a los compradores como a los vendedores. - Tranquilo, si quisiera matarte ya lo habría hecho. Voy a llevar estas hierbas al hospital, estamos escasos de antibióticos y estas funcionan de maravilla. - Añado.

Te pasas.

Estoy a punto de dar un paso hasta que una niña de aproximadamente cinco años me coge de la pierna. No sé en qué momento ha llegado tan deprisa, al notar que toda mi atención está puesta en ella se dedica a sonreírme y hacer una pequeña reverencia muy peculiar. Sonrío sin enseñar los dientes y le indico con la cabeza para que vuelva a ponerse recta, vuelve a su postura anterior y me observa de una manera inquietante, de hecho, muy inquietante para tener esa edad.

Es muy extraño, opto por apartarme, pero esta coge mi mano.

Me estoy enfadando con esta niña tan rara, nunca me han gustado los niños hasta el día que me muera diré que los animales son muchísimo mejor y además no dan tanto trabajo como estos.

Los guardias se percatan del mini ser que está sujetando mi mano y se miran entre sí como si con sus miradas estuviesen decidiendo qué demonios hacer.

La pequeña estira de mi muñeca y me parece que me quiere guiar a algún sitio.

Andamos por la tienda hasta que pasamos por una especie de puerta corrediza de madera y allí se encuentra una habitación con grandes candelabros, una mesa con dos sillas, una figura que aparenta ser una luna y un mazo de cartas justo al lado.

Vale, esto es muy raro.

Pues sí, la verdad

Ella se sienta y hace un movimiento con el brazo para que yo también lo haga.

Miro hacia mi espalda y la puerta por la que acabamos de pasar ha desaparecido.

Que-

- Emm, si devuelves la puerta a su lugar, te compro todos los pasteles que quieras. - Digo nervioso.

La niña me mira de arriba abajo y su apariencia acaba convirtiéndose en la de mi abuela.

Mi reacción es de shock total. Ella murió, vi como mi padre acabó con su vida clavándole esa estaca especial en el corazón. Es imposible, además no podría ser un cambia formas, casi nunca salía de su casa y muy pocas personas han tenido el honor de verla.

- ¿Qué quieres? - Pregunto desafiándola. Al preguntar de esa manera, frunce el ceño.

- Oh, veo que me has olvidado. Qué pena, eras mi nieto favorito. - Contesta en un tono triste.

- Soy tu único nieto. - Añado.

- Por eso mismo.

- Me estás mareando, no eres mi abuela. Murió años atrás.

- Vaya, qué pena. Sí que soy tu abuela, pero no de tú universo.

- ¿Qué es un universo?

- Ag, déjalo. La cosa es que tengo que leerte las cartas para comprobar mi teoría y así salvar mi universo. ¿Te importaría? - Pero de dónde ha salido esta señora. Fijándome en los detalles de su vestimenta sí que parecen ser de otro lugar, lleva una pulsera con una pequeña forma cuadrada y se alumbra cuando su brazo se gira. Muy poco común. También tiene unos zapatos blancos y la forma de estos es peculiar, además hay unos cordones de un color amarillo que en mi vida había visto.

- ¿Cómo puedo estar seguro de que realmente eres mi abuela? - insisto, no sea que acabe muerto o adónde sea que se haya ido la puerta.

- Se nota que eres mi nieto, tienes problemas para confiar. Supongo que tendré que decirte algo que nadie sepa así que, odias a tu padre; muchísimo. No soportas que tu madre se quede a solas con él y por la ira decida matarla, por eso ahora que está encerrada tienes planeado hacer eso. Y bueno, para añadir diría que amabas que te leyera cuentos a escondidas de anatomía e incluso de cómo los animales y nuestras especies evolucionaban. - Me sorprendo, nadie sabe lo mal que me llevo con él y la última frase que ha enumerado solo lo sabía mi abuela.

- Hazme lo que tengas que hacer. Pero no tardes, tengo que ir al hospital.


💜

Holitaaaas. ¿cómo estáis?

Aunque haya tardado en actualizar, no significa que haya dejado esta historia de lado (por ahora). Es broma o no , no lo sé. Carpe diem mis amores; tenemos un protagonista nuevo, no estaba segura si hacer dos puntos de vista, así que esta versión de la historia se verá en poquitas ocasiones. Pero no os preocupéis! aquí somos #TEAMALAMA 🎀. Besitos, sed buenos, votad el capitulín y esas cosas :).





No puedo verteWhere stories live. Discover now