Capítulo 28

1K 36 2
                                    

Recorrí la carretera de costa y tome varios desvíos hasta llegar a una pequeña ciudad.

Hacia demasiado tiempo que no estaba allí, aún recordaba algunas cosas.

Estacione el coche delante de una vieja casa familiar que todavía tenía un aire cálido y confortable.

A mi mente llegaron recuerdos de mis primeros 4 años de vida, un recuerdo en especial se hallaba siempre presente.

Mis padres sacaban las maletas un día soleado. Su coche estaba abierto y las estaban guardando allí.

Mery, nuestra niñera, nos sujetaba para que no corriésemos detrás de nuestros padres. Se marchaban en uno de los primeros viajes a un foco de los más importantes de la multinacional.

Yo lloraba, mientras que James se mantenía triste. Tras que mis padres se marcharon dándonos un corto abrazo, Mery nos había cocinado galletas.

Dos años más tarde y sólo 4 visitas por parte de nuestros padres, una noche en la que Mery estaba dormida frente al televisor, me puse a llorar como una desquiciada porque quería que mi madre me contase un cuento como lo solía hacer de pequeña.

James dormía conmigo para que no tuviese miedo. Aquella noche él llamo a mis padres para que me calmasen. Cogieron el teléfono después de tres llamadas para decir que estaban demasiado ocupados para tonterías de niños.

James con sólo 8 años se cabreó tanto que prometió no volver a quererles nunca más.

Entre en la casa lentamente. Estaba tal y como la recordaba. La sala de estar con los sofás en color verde, la chimenea llena de fotos, la puerta de cristales que daba a el jardín... Subí por las escaleras que crujían a cada paso, ese crujido único que tienen las mejores cosas.

Al final del pasillo se hallaba una puerta decorada con pequeñas florecitas rosas que pinte con 10 años. Abrí la puerta y rápidamente me embriagó un olor a colonia infantil y humedad. La mezcla no era muy agradable pero se podría aguantar.

Al fondo una pequeña cama de barrotes blancos y sabanas azules que resaltaban en el potente verde de las paredes, un escritorio blanco lleno de libros, toda una cantidad de juguetes y objetos en las estanterias, pegatinas de mariposas por el techo de esas que brillan en la oscuridad...

Pase la yema de mis dedos por el escritorio, quitando una pequeña capa de polvo que se había acumulado con el tiempo.

Me tumbe en la cama, aunque mis pies ya casi no entraban. Algunas de las últimas lágrimas rodaron por mi mejilla y me quede dormida.

***

Mike

Estaba tan frustrado que sólo conseguía dar fuertes contra el volante. La volvía a llamar y seguía sin coger. Sentía miedo, nunca pensé que pudiese reaccionar de aquella forma y tampoco entendía el por que de ese comportamiento. Eso sonó como si un adulto hablase de su hijo. Bueno, el caso es que quería saber donde estaba. Me di cuenta de que posiblemente James sabría donde estaba aunque por otra parte, si se enteraba posiblemente me cortaría los huevos quirúrgicamente con una cucharilla y tampoco quería que pasase eso.

-Vamos Mike ten lo que hay que tener por una vez en tu vida- me susurre a mi mismo mientras llamaba a James.

-¿Que...?- intento contestar ya que alguien gritaba muy cerca- Espera un segundo- hoy como le gritaba a ha alguien "Haber chupa pelotas callate de una vez"- Ahora, dime- se había alejado de todo el ruido.

-No me mates pero... TU HERMANA SE HA IDO HECHA UNA FURIA CON UN FERRARI A NO SE DONDE- conteste rápidamente.

-Hey hey, relax cachalote- ¿me ha llamado cachalote? ¿ahora soy un ser marino?- sólo entendí hasta tu hermana- se notaba que había bebido.

Enamorada de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora