Día 6 💌

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🏷️'. Cicatrices / Privado de afecto

🏷️'. AU Periodo Edo

Únicamente alumbrado por la tenue luz de un farol, el joven poeta se encontraba creando nuevos versos.

La puerta de la habitación se abrió y una presencia repentina irrumpió su soledad.

–– La cama está muy fría.

El chico de rojos cabellos se arrodilló a sus espaldas, comenzando a recorrer su cuerpo con sus brazos mientras reposaba su pera en el hombro cubierto del poeta.

–– Perdóname, sabes que cuando escribo me dejó llevar como una hoja en un arroyo.

–– Creo que es mí turno de dejarme llevar.

Dijo el intruso mientras enredaba sus dedos en el largo cabello rubio del artista, que recibía el afecto con los brazos abiertos.

El pelirrojo rodeo por detrás su cintura con sus brazos, dejando un par de besos en su cuello desnudo mientras que el otro posaba su mano sobre su mejilla, sonrojado por todos aquellos toques.

–– Sasori... –– musitó al sentirlo tomar su brazo derecho, el cuál tenía múltiples cicatrices, incluso algunas queloides.

Este lo calló haciendo el gesto con su mano, mientras pasaba su mano libre por la piel elevada y suave que recubría su codo y parte del antebrazo.

Sus rostros se unieron en un delicado beso mientras sus manos aún recorrían sus cuerpos lentamente, incluyendo aquellas cicatrices que adornaban el brazo del poeta.

Las cosas escalaron rápidamente, terminando tirados en el suelo de aquella habitación con los Kimonos y cabellos desaliñados.

El pelirrojo reposaba sobre el pecho del contrario, que lo abrazaba con ambos brazos.

–– ¿Esto se va a repetir? –– preguntó el rubio, sintiendo el cálido cuerpo de su amante.

–– Todas las veces que quieras, Deidara.

Ambos hombres sonrieron, dispuestos a descansar a la luz del farol.

El canto de las aves me sacó de mí escrito, pudiendo ver el sol asomarse en el horizonte.

Había desperdiciado otra noche perdido en las mismas fantasías de siempre, y encima había gastado tinta y otro par de hojas en escribirlas.

Suspiré agraviado, abrazándome a modo de consuelo.

Sasori ya no estaba allí para abrazarme, tampoco para darme alguna palabra de apoyo en aquellas épocas tan solitarias.

Ya habían pasado 16 años desde su fallecimiento en batalla.

Él había muerto solo y yo fui el único que lo lloró y lloraba hasta este día. Nuestros compañeros de unidad simplemente dieron el pésame y trataron de animarme.

Pero no lo lograron.

No lo soporté y me fui, abandoné todo y me recluí en esta pequeña casa en la montaña, dedicándome a diferentes tipos de arte, desde la ceramica hasta bellas las canciones imayō.

Me levanté y salí al aire libre para despejar un poco mí mente.

Si quería vivir en paz, debía, de un modo u otro, sacar esas imágenes de mí cabeza.

Todos mis escritos quedaron sobre la mesita, desparramados por la superficie.

" En el lugubre bosque - la noche llega
Y con su negro manto - se arropa el
cielo
Huye en la tempestad - la estrella
empírea
Que atravesando el cosmos - va rumbo
a tí "

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Escribí esto mirando c5n y comiendo medialunas.

El Imayō del final lo saqué de Google.

𝐒𝐀𝐒𝐎𝐃𝐄𝐈 𝐖𝐄𝐄𝐊 𝟐𝟎𝟐𝟒 | One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora