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Estaba dando una vuelta por el castillo, sola.

Veo a Odele barriendo la sala, la que casi nadie usa, por eso mismo es la habitación que más suciedad tiene, creo que le hacen limpieza cada mes y el polvo hace de las suyas.

Me acerco hasta ella y pongo mi mano en su hombro.

—Déjame ayudarte.

—¡No! Como se le ocurre, este es mi trabajo no el suyo, además…

—No te preocupes por mi, has trabajado muy duro ve y descansa un poco—. La interrumpo.

Odele se resiste, pero logro convencerla, y luego se va a hacer algo más fácil, va a ir a limpiar las ventanas.

Yo me quedo en la sala y comienzo a barrer. La sala es bastante grande, así que me toma un tiempo en terminar.

En el pasillo escucho algunos pasos, pensé que era Odele para venir a saber cómo iba, pero en su lugar aparece Kathrine.

—¿Qué hace?

A esta mujer le encantan hacer preguntas obvias.

—Estoy bailando con la escoba, ¿qué no ves?

—¿Dónde está la criada que tiene que hacer este trabajo?

—Está haciendo otro, más fácil—. Conteste—. Deberías de tener algo de consideración con las personas y ponerles trabajos más adecuados a las personas mayores.

—Me he encargado de esto durante años, no te entrometas—. Réplica—. Mientras todo este bajo mis órdenes, todo va a estar bien—. Kathrine se dio media vuelta para irse.

Ella tenía razón, pero aunque todavía no soy reina—no, hasta que Jack lo decida—, firme un acuerdo de matrimonio.

—Pues ya no lo hagas.

—¿Disculpa?

—Lo que oíste, ahora las órdenes las daré yo.

—No puedes—. Me grita enojada.

—Si puedo, ahora soy la esposa del rey, así que tú has tus cosas de General de los guardias.

No pude ni reaccionar  cuando Kathrine me empujó contra la pared, haciendo que mi cabeza se golpeara contra esta.

—Te crees mucho por tener ese título estúpido—. Kathrine me sigue sosteniendo por los hombros con mucha fuerza.

Siento una picada en mi cabeza, y algo caliente escurrir por ella.

Intento salir del agarre de Kathrine, pero tiene demasiada fuerza.

—Ya suéltame.

Pero en vez de hacerlo, su agarre se intensificó más.

A este paso sus dedos me van a atravesar la piel.

Pero de la nada dejó de sentir presión.

—¡¿Qué crees que haces?!

¿Jack?

Paso mis dedos por la herida, siento algo líquido, miro mis dedos, tienen sangre.

—Jack… ¡Ella me insulto y yo solo me defendí!

—¡Estas sangrando! ¡Rápido llama al doctor!—. Diciéndole a Kathrine.

—Pero Jack…

—¡¿No me oíste o te tengo que hablar en otro idioma?!

Kathrine asintió, hizo una reverencia y se marchó.

Jack tomó mi mano para mirar la sangre que había en mis dedos.

Un Demonio Como EsposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora