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Han pasado algunas semanas, en las que han pasado muchas cosas, como el regreso de Nicolle.

También que vamos a visitar a Sara. Vamos en el carruaje, Nicolle está haciendole un peinado a Pamela, mientras que Odele duerme un poco. Y yo leo un libro.

—¿No te cansas de leer princesa?

—¿Y tú no te cansas de jugar?—. Le contesto con otra pregunta.

—No, porque me gusta.

—Tú lo has dicho—. Nicolle suelta una risita.

Unas horas más tarde, el carruaje se detiene.

—¿Ya llegamos?—. Pregunto.

—No alteza—. Responde Nicolle—. Aún nos falta, pero nos detenemos para descansar.

—Ya veo, y no me llames "alteza", suena raro.

Nicolle asiente.

Nos bajamos del carruaje. Del otro carruaje que iba delante de nosotras, se baja Jack. Lo saludo con la mano.

Luego entramos a una pequeña tienda, para llevar algún presente.

—¿Cuánto cuesta está bolsita de galletas?

Un chico alto, de ojos cafés me atiende.

—Para una hermosa mujer como usted, son gratis.

Le sonrio incómoda.

—Gracias...

Alcanzó la bolsa de galletas y él aprovecha y me agarra la mano.

—Sus manos son tan suaves—. Me mira a los ojos—. Y tus ojos son azules como el cielo, jamás me cansaría de admirarlos.

—Esta casada—. Pronuncia varias voces a la vez. Y luego tres manos agarran el brazo del chico, él me suelta y yo aparto mi mano con rapidez.

Jack, Nicolle y Odele se miran entre si—al parecer tuvieron la misma idea—, luego sueltan al chico.

—Nos vamos de aqui—. Dice Jack.

—¿Entonces le guardo las cosas en una bolsa señor?—. Pregunta una anciana.

—No—. Sentencia.

—Pero...—. Jack fulmina a la señora con la mirada, ella voltea a ver el chico que me atendio hace unos momentos con una mirada de decepción.

No puedo soportar esto.

—En realidad si me gustaría llevar las cosas, sería tan amable de darnolas—. Digo.

A la señora se le iluminan los ojos, y empieza a guardar todas las cosas que Jack había pedido.

—Muchas gracias—. Recibo las bolsas y le doy el dinero.

Al salir Jack me informa que me suba al carruaje domde va él, así que obedezco.

—¿Por qué compraste todo eso?—. Pregunta.

—Fue una obra de caridad, se notaba que el negocio no iba a bien—. Respondo.

Jack solo me observa en silencio.

[...]

Al llegar Sara me revise con un abrazo y luego va a saludar a Jack.

La casa es enorme por fuera, es de color blanco y es linda, las puertas son en madera y le da un toque único.

Pasamos y en la sala estan dos personas sentadas tomando té, han ido al castillo un par de veces así que los reconozco, son Ulises y  y Thalia, son los hijos de Sara y los medio hermanos de Jack.

Les doy una sonrisa, pero me ignoran, Sara me dice que la siga para mostrarnos nuestra habitación.

Odele, Nicolle y Pamela se quedan en el primer piso, ya que hay están sus habitaciones.

Yo subo las escaleras con Sara mientras me pregunta como me siento después de que me nombrarán princesa. Llegamos a una puerta blanca que queda al final del pasillo, Sara la abre, me dice que me acomode y luego baje.

Se cierra la puerta, observo detalladamente la habitación, es muy linda y acogedora, y huele bien. Me acerco a la cama y me tumbo sobre ella, es tan suave, creo que dormiré un rato y luego bajaré.

Minutos después escucho la puerta abrirse, pienso que es Sara que viene a ver cómo estoy, pero al único que veo es a Jack.

—¿Qué haces aquí?—. Pregunto.

—Esta... es mi habitación...

¡¿Qué?!

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¡Ya vamos por la mitad!

Un Demonio Como EsposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora