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Una vez que el par de jóvenes llegaron a las orillas del pantano, Taeyong divisó una cabaña de madera bastante pintoresca

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Una vez que el par de jóvenes llegaron a las orillas del pantano, Taeyong divisó una cabaña de madera bastante pintoresca. Salió del agua aún con la ropa húmeda, mientras Jaehyun permanecía en el agua para poder llevar la balsa de Taeyong a la orilla. Fue entonces, una vez que el castaño salió del agua, cuando Taeyong pudo notar que el hombre estaba desnudo, no pudo evitar bajar la mirada para admirar el escultural cuerpo que tenía ese hombre. Maldijo en silencio y se volteó, bastante rojo por los pensamientos que tenía en mente.

— Tus feromonas... No hagas eso, o de lo contrario no me responsabilizaré de mis acciones — dijo el alfa mientras observaba cómo el omega le daba la espalda y liberaba aquellas feromonas que harian que en cualquier momento pierda el control de sí mismo.

— L-Lo siento, no sé qué me pasa, solo...

Un ruido proveniente del pantano llamó la atención de Taeyong, quien volteó hacia Jaehyun e ignoró que este estuviese sin ropa. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía, dejó de respirar prácticamente al percatarse de que había cuatro pares de ojos que sobresalían de las aguas.

Eran cuatro cocodrilos.

Habían sido atraídos por su aroma.

—  ¡Entra a la cabaña ahora mismo! — ordenó el alto

Ante la orden de Jaehyun, Taeyong no vaciló y se precipitó hacia la cabaña, su corazón martillando contra su pecho con cada paso. La adrenalina lo inundaba mientras corría, sabiendo que la seguridad se encontraba dentro de las paredes de madera.

Mientras tanto, Jaehyun, con un cambio repentino en su aspecto, adoptó la forma de un imponente cocodrilo. Sus escamas relucían bajo la luz de la luna, y sus ojos dorados brillaban con ferocidad mientras enfrentaba a los intrusos que se atrevían a amenazar a Taeyong.

Los cocodrilos, ahora conscientes de la presencia del alfa, retrocedieron momentáneamente, sorprendidos por la audacia de su oponente. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable, y Jaehyun sabía que no podía bajar la guardia ni por un instante.

Con movimientos ágiles y precisos, el híbrido de cocodrilo se enfrentó a los reptiles, lanzando amenazas silenciosas con cada movimiento de su cuerpo. Cada músculo tenso, cada mirada feroz, transmitía un mensaje claro: no toleraría ninguna amenaza contra el omega.

Dentro de la cabaña, Taeyong observaba con incredulidad la transformación de Jaehyun. La mezcla de miedo y asombro lo dejaba sin aliento mientras contemplaba al alfa defenderlos con una determinación feroz.

Los minutos se convirtieron en una eternidad mientras la batalla entre Jaehyun y los cocodrilos se desplegaba frente a sus ojos. Cada momento era una prueba de coraje y lealtad, y Taeyong se sentía agradecido de haberse encontrado a Jaehyun.

Finalmente, con un último rugido, Jaehyun logró ahuyentar a los cocodrilos, obligándolos a retirarse a las profundidades del pantano. El alivio inundó a Taeyong mientras observaba la figura del alfa, ahora de vuelta en su forma humana, acercarse a la cabaña.

Taeyong, con la preocupación marcada en su rostro, ayudó a Jaehyun a ingresar con cuidado a la acogedora cabaña, sosteniéndolo con gentileza mientras el alfa luchaba contra el agotamiento que lo envolvía tras la intensa pelea

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Taeyong, con la preocupación marcada en su rostro, ayudó a Jaehyun a ingresar con cuidado a la acogedora cabaña, sosteniéndolo con gentileza mientras el alfa luchaba contra el agotamiento que lo envolvía tras la intensa pelea. El omega, con movimientos ágiles, envolvió a Jaehyun en unas suaves sábanas que encontró cerca, procurando brindarle algo de confort en medio de su cansancio. Los rasguños en los brazos de Jaehyun, apenas visibles debajo de la tela blanca, de pronto se pintaron de carmesí, atrajeron la atención preocupada de Taeyong, quién al descubrirlos, sintió un escalofrío de inquietud recorrer su espalda.

— ¿Tienes algo para tratar esas heridas? —inquirió Taeyong con voz suave, señalando los arañazos en los brazos del alfa, cuyos rasgos aún mostraban los signos de la batalla reciente.

— ¿Heridas? —Jaehyun frunció el ceño, sorprendido al notar sus propias heridas al percatarse de las de Taeyong—. Creo que tengo un botiquín arriba, en el baúl de mi habitación.

— Descuida, yo lo buscaré —respondió el omega con determinación, preparándose para subir las escaleras.

Jaehyun asintió débilmente y le indicó dónde encontrar el maletín de primeros auxilios. Mientras Taeyong buscaba el equipo necesario para tratar las heridas, Jaehyun se acomodó en el asiento más cercano, dejando que la preocupación se reflejara en sus ojos cansados.

Una vez de regreso con el maletín, Taeyong se sentó junto a Jaehyun y comenzó a curar con cuidado los rasguños en sus brazos, limpiando las heridas con suavidad y aplicando el desinfectante con precisión.

A medida que se concentraba en el proceso, Taeyong no pudo evitar robarle algunas miradas furtivas al alfa. El palpitar acelerado de su corazón revelaba la emoción que lo embargaba al tenerlo tan cerca.

Sin embargo, en una de esas miradas furtivas mientras Taeyong admiraba la serenidad en los ojos de Jaehyun, algo cambiaba en la atmósfera. Un silencioso entendimiento pasó entre ellos, como si sus almas se reconocieran en medio de la penumbra de la cabaña.

Para Jaehyun, el momento de lucidez otorgado por su instinto animal debido al peligro inminente que atravesaba a quién consideraba su hembra, llegaba a su fin.

Algo más primitivo y poderoso comenzaba a despertar dentro de él: la necesidad insaciable de reclamar a Taeyong como suyo y hacerlo su compañero en todos los sentidos.

Con una intensidad que sorprendió incluso a sí mismo, Jaehyun tomó el rostro delicado de Taeyong entre sus manos y atrajo sus labios hacia los suyos con una pasión desenfrenada. El deseo ardiente que lo consumía lo llevó a devorar esos labios con avidez, ansioso por sentir la conexión profunda que solo Taeyong podía brindarle.

Taeyong, con el corazón latiendo desbocado en su pecho, se vió abrumado por la intensidad del momento. Aunque sorprendido, no le llevó más de unos breves segundos corresponder al beso con la misma pasión desbordante. La sensación de estar tan completamente inmerso en aquellos labios, en aquel abrazo ardiente, lo dejó sin aliento y olvidó por completo el propósito inicial de curar las heridas de Jaehyun.

Sin darse cuenta, Taeyong se encontraba ahora en el regazo del alfa, sus cuerpos fundiéndose en una fricción eléctrica que enviaba chispas de deseo a través de cada fibra de su ser. En ese momento, el mundo exterior desapareció, dejándolos envueltos en una burbuja de pasión y conexión que solo ellos podían entender.

Crococerdito Where stories live. Discover now