Capítulo 19

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Tras escuchar la orden de David, cogí a Rubén de la mano y nos desviamos por la calle de al lado.
Sin soltarle la mano, corrimos por dentro de unos callejones, ví una calle sin salida y nos escondimos detrás de una pared.
Me asomé con cuidado, y parecía que no nos había seguido, suspiré del alivio.

—Cariño, perdona por haberte metido en esto.—dije agachando la cabeza.

—¿Qué? ¡Pero si ha sido genial! Hacía mucho tiempo que no sentía adrenalina.—respondió enérgico, me cogió la cara con ambas manos y juntó sus labios con los míos.
Acarició su lengua con la mía con una fuerza salvaje y rápida.
Se separó unos centímetros y sonrió divertido.

—Bueno... vamos a casa.—dije con una sonrisa tímida, no me acostumbro a estar así con él, pero me vuelve loco.

Fuimos dando un paseo, de camino, llamé a Martina a ver cómo estaban.
Al parecer, David vivía cerca del lugar, los dos despistaron al guardia y se metieron en su portal.

Llegamos a casa, yo estaba bastante agotado, pero Rubén estaba muy activo.
Me resulta muy tierno el verle así, parece un niño pequeño.

Me dejé caer en la cama, cerré los ojos y bostecé por el cansancio, pero Rubén tenía otros planes.

De pronto, comencé a sentir cómo levantaba mi camiseta para darme húmedos besos por el abdomen y mi respiración se agitaba bruscamente.

—Qué... ¿Qué haces?—pregunté excitado.

—¿A ti que te parece?

Se quitó la camiseta y me ordenó que me quitase la mía, le hice caso.

Se colocó entre mis piernas, podía notar que estaba... contento.

Pegó su cuerpo contra el mío y recorrió mi cuello con la punta de su lengua.

Esta noche, va a ser larga.

Él, mi Profesor. (Parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora