III: DESGARRAR

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Cuando me miras,
se que quieres rasgar
mi piel.

Odias mi piel,
quieres rasgarla y
abrirla,
observar mis
entrañas y tirar tus
palabras venenosas
sobre ellas, porque incluso
aprendiste a odiar
mis entrañas.

Quitaras todo lo que creas
inservible, sin importar
que yo grite de dolor y llore
como la niña pequeña
que llegaste a amar.

Dejarás sangre en el blanco
piso, prueba de tu odio
masivo y que, a pesar de que trates de limpiarlo,
seguirá ahí, sin borrarse.

Coserás mi piel de nuevo,
esta vez amando
tu nueva creación,
el cuerpo que siempre
deseaste ver. Te lameras
los dedos, disfrutando de
mi sangre y sintiéndote
exitosa.

Ignoraras mi llanto,
mientras tu boca suelta excusas
para aliviar tu culpa.

Tus ojos están satisfechos y tu
sed por mi sangre también.

Me dejaste cicatrices, de las
que después te olvidaras,
porque ahora amas esta nueva versión
que construiste, mientras que yo solo
sigo teniendo el alma de esa niña
que te amaba.

¿Me seguirás amando cuando mi piel vuelva a ser grotesca?

Los (no) poemasWhere stories live. Discover now