Análisis final Parte dos de dos

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Necesitamos canales de difusión desde los que poder informar a la ciudadanía. Por mi parte, seguiré publicando información de las personas que me lo pidan expresamente. Por cierto, se sabe que algunos hospitales privados siguen haciendo uso de terapias electroconvulsivas.

Primero se les trató con Lobotomías, luego con terapias electroconvulsivas y ahora con terapias de choque sin que el paciente sea consultado previamente. Por ejemplo, no se advierte de los peligros que conlleva el psicoanálisis. Los recuerdos que pueden salir durante las sesiones pueden acabar traumatizando al paciente en vez de ayudándoles. Se dice que debe aplicarse a personas que padecen problemas psicológicos que no tengan organizados sus pensamientos. Sin embargo, no hay suficientes pruebas empíricas de que el psicoanálisis sea una ciencia. Y menos aún que funcione.

La terapia cognitivo-conductual, sí que está probada como ciencia. Los resultados son fiables y no hay riesgo en aplicarlas. Se trata de moldear nuestra conducta. De que sepamos cómo reaccionar ante las adversidades provocadas por circunstancias imprevisibles. No podemos curar la mala suerte, ni las adversidades que se nos van a ir presentando. Pero podemos aprender a manejarnos mejor en medio del caos. Es un ejercicio humano, lógico y no es invasivo.

Como conclusión, he de decir que hay ciertas formas de proceder que me recuerdan a "Alguien voló sobre el nido del cuco" o incluso a los "Renglones torcidos de Dios". Y creo que sucede porque se infantiliza a los pacientes de la red sanitaria, además de la falta de controles que hay sobre psiquiatras y psicólogos. Y es que sigue siendo cierto, que no queremos tener a un "loco" cerca de nosotros.

Me gustaría seguir compartiendo mis ideas con vosotros pero no quiero acabar en prisión. Lo pongo en negrita por si alguien se lo ha tomado demasiado en serio. Y también con letra cursiva. Pero a veces hay que ponerse un límite.

He acabado con el análisis que os prometí en el anterior capítulo. Así acababa el anterior escrito: "Por cierto, no todo ha cambiado en el mundo de la salud mental. Escribiré sobre ello en el siguiente episodio aunque ya me he manifestado al respecto a través de los medios de comunicación. Aquí lo haré de otra manera y prometo dejaros boquiabiertos. Por ahora os dejo atrapados y sin salidas".

En está ocasión, finalizaré este capítulo con una reflexión de Edgar Allan Poe (1809-1849), que sufría un trastorno límite de la personalidad y usaba el alcohol ante la escasez de fármacos de la época. Murió a causa de un Delirium Tremens. Pero esta reflexión os invitará al optimismo:

La locura es, a veces, el único resquicio donde el ser humano revela su propia esencia y así, despojados de prejuicios, es posible atisbar un halo de cordura en estado puro que esconde nuestra verdadera identidad. (...) "Eso que se confunde con locura no es más que una agudeza extrema de los sentidos".

El cine como motor de reivindicaciónWhere stories live. Discover now