❥. CAPÍTULO XVI

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Advertencias: hyunin como pareja principal. Angst, drama y fluff por aquí y por allá. Parejas secundarias (Minsung y Chanlix). Cosas oscuras.

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Choi Jiwoo se había casado a los veintiséis años con quien consideraba el amor de su vida, Yang Sangwoo, y dio inicio a su perfecta vida matrimonial. Dos años después, dio a luz a su primer hijo, Yang Jeongin, un hermoso niño de ojos brillantes y sonrisa encantadora, que enamoraba a cualquier persona que se tomara el tiempo de conocerlo.

Fue así como Jiwoo tuvo una vida casi perfecta: tenía un trabajo como asistente de un ejecutivo, su marido la adoraba, y en casa le esperaba un niño perfecto que hacía sentir a su corazón cálido y feliz. La felicidad era tanta, que estuvo mucho tiempo agradecida por la vida que le tocó tener.

Hasta que, por supuesto, recibió la llamada de Sangwoo, con su voz desesperada y rota, diciéndole que su pequeño ángel, su hermoso niño, desapareció.

Su mundo entero se derrumbó con ello.

—¿Qué tal si usas el color verde para pintar el árbol, Jeonginnie?

Jeongin no la tomó en cuenta, pero no se rindió. No iba a rendirse con su niño.

Habían pasado casi dos meses desde que encontraron a Jeongin, pero el muchacho seguía internado en el hospital, bajo observación, así que Jiwoo le iba a ver todos los días para seguir generando lazos con él.

Luego de que la sacaron a la fuerza, cuando Innie se orinó y lloró, tuvo que pasar otras semanas sin verlo, lo suficiente como para estabilizarlo, para ponerlo en mejor estado. Cuando le permitieron estar con él, le cortaron el cabello, subió de peso, y ya hacía más cosas en lugar de quedarse quieto todo el día, mirando un punto fijo en la pared.

Pero sus ojos destrozados permanecían, y Jiwoo se prometió que borraría esa mirada de sus ojos.

Ese día, le llevó un cuaderno de dibujos y lápices a Innie para que el niño pintara y, aunque al principio parecía algo reacio a hacerlo, luego de mostrarle cómo pintar, se animó a comenzar.

¿Qué tan triste era eso? Jeongin no sabía usar los lápices, le costó agarrarlos con firmeza, y se salía de las líneas al hacerlo. Pero, por sobre todo, pintaba los objetos con colores que no eran los típicos.

Como ese árbol: pintaba el follaje de azul y la madera era violeta.

Sin embargo, Jiwoo estaba feliz porque el chico parecía concentrado en el dibujo, mordiendo su lengua, con su expresión fija.

Minutos después, Jeongin pareció satisfecho de haber terminado, y dio vuelta la página. Su ceño se arrugó al ver el animal caricaturizado: era un perrito.

Innie vaciló un instante, para luego mirarla con vergüenza, y apuntar al dibujo.

—¿Eso? Es un perro —dijo Jiwoo. El niño frunció más el ceño.

En todo ese tiempo, Jeongin no había dicho palabra alguna ni daba indicios de escuchar.

Su primer impulso fue escribirle a Jeongin el animal qué era, pero reparó en que él no sabía leer. No sabía ni leer ni escribir.

Una ola de tristeza la inundó, pero trató de disimularlo.

—Lo podemos pintar de café —dijo Jiwoo, agarrando el lápiz para ofrecérselo, teniendo cuidado de no tocarlo, porque al chico no le gustaba eso.

Muñequito de porcelana ❁ HyunInWhere stories live. Discover now